Una comunidad que se radicó desde los inicios en el Distrito y un sueño que logró cumplirse. La historia de una institución que todavía hoy sigue ayudando a los vecinos.
Por SERGIO LAPEGÜE
Entre muchas instituciones destacadas de Lomas de Zamora, que en este caso brindó importantes servicios públicos a la salud, está el Hospital Español. En verdad como fue pensado y creado, la Sociedad Española de Beneficencia.
La historia nace a principios de siglo pasado, el 24 de octubre de 1904, cuando el ciudadano español don Elías Romero donó, en memoria de su padre, la institución, primera agrupación española que se formó en el país.
Se trataba de un extenso terreno de siete hectáreas en la localidad de Temperley, con el propósito de construir un albergue para ancianos, huérfanos y enfermos crónicos.
Así se creó un espacio muy necesario para la sociedad de ese entonces, el Hogar Elías Romero. La primera etapa que debió ejecutarse fue un puente sobre las vías del Ferrocarril del Sud, que permitiera transportar material y circular hacia una zona carente de comunicación y población estable.
Ese puente, cedido por la familia Huergo, está ubicado en la calle 25 de mayo y Presbítero José Russo (ex capellán del Hospital Español) y aún hoy se utiliza con el mismo propósito.
También aquellos pioneros realizaron el adoquinado de la calle 25 de Mayo que comunica actualmente la entrada principal del Hogar y la actual avenida Hipólito Yrigoyen, que en aquellos años era la única conexión con la zona urbanizada.
Todo se hizo a pulmón y con mucho esfuerzo de aquellos pioneros, a base de donaciones y trabajo incansable para lograr el objetivo.
En 1907 le encargaron al mismo arquitecto que había levantado el Hospital Español de la ciudad de Buenos Aires, Julián García Nuñez, el proyecto para el Anexo del Hospital Español de Lomas de Zamora.
Este arquitecto fue uno de los exponentes del modernismo catalán fuera de España y esta una de sus obras más importantes y acabadas. La construcción del edifi cio fue tarea del arquitecto local Juan Moliné.
La inauguración oficial del Anexo se concretó el 9 de noviembre de 1913. Un tren especial salió desde la estación Plaza Constitución para llevar a los invitados hasta la estación de Temperley y así participar de los festejos.
Hubo misa de campaña, sermón, almuerzo con paella y asado. Por la tarde, el obispo de la ciudad de La Plata, monseñor Alberti, bendijo los nuevos pabellones. La capilla se construyó más tarde, cerca del acceso principal al Hospital, proyecto de los ingenieros Guilart y Sánchez.
El edificio de la cocina, pabellón “España”, ubicado en el centro del conjunto se refaccionó en el año 1995, perdiendo lamentablemente parte de su ornamentación y estilo original. En la remodelación se construyeron la administración, la cocina, viviendas para empleados, solárium y siete pabellones.
Cuatro de ellos, los más cercanos al edificio de la administración, y los tres restantes de líneas más sencillas. En la actualidad el Pabellón de Administración está totalmente reciclado, albergando en su interior 21 habitaciones.
Del otro lado del edifi cio se encuentra una zona parquizada excepcional, donde hay añosos árboles, plantas y arbustos que forman una pequeña reserva ecológica, que posibilita a los pacientes un espacio ideal.
Otras de las mejoras hechas al edificio princi- pal son las rampas para facilitar el traslado de camillas , sillas de ruedas y otros element o s hab i – tuales en un Hogar de ancianos.
También hay un amplio salón con capacidad para 400 personas, donde se realizan las actividades recreativas, celebraciones y actos de la institución.
Del otro lado del pabellón central, se habilitó en los últimos años un gimnasio, un centro de rehabilitación física y un espacio para la terapia ocupacional.
Esto es un breve resumen de la rica historia de la Sociedad de Beneficencia Española en la Argentina y del Anexo Temperley, hoy Hogar Elías Romero.
Lo que parecía hasta tantos años sólo un sueño, un anhelo de visionarios , profesionales, trabajadores de la salud y miembros de la comunidad española, sensibles a las necesidades sociales de aquellos tiempos, se fue transformando de a poco en una realidad.
Un presente que puede resultar inquebrantable en la medida que los integrantes de estas sociedades aúnen esfuerzos para perfeccionar estas obras. Un propósito que no busca réditos comerciales, pero sí el bienestar de las personas más vulnerables de nuestra sociedad.
miércoles, 11 de mayo de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
El fútbol de Lomas de Zamora tiene una alta cordillera de Los Andes
El ”Milrayitas” fue fundado el 1º de enero de 1917 y logró una permanencia que lo hizo merecedor del apoyo y la adhesión de una hinchada. En 1960 ascendió a Primera División.
Por SERGIO LAPEGÜE
Dicen que el fútbol es “pasión de multitudes”. Acá, en la Argentina, y en muchos países del mundo. Un deporte colectivo que nació en Inglaterra en 1863 tras la formación de la Football Association.
El aumento de la popularidad y la competencia internacional a principios del siglo XX hizo necesario crear un único organismo regulador del deporte a nivel mundial. La FIFA fue fundada en París el 21 de mayo de 1904.
En la Argentina, se considera el 20 de junio de 1867 como fecha de comienzo del fútbol nacional. Ese día se jugó en Buenos Aires el primer partido de fútbol formalmente organizado.
El match fue convocado por el Buenos Aires Cricket Club, a iniciativa de los hermanos Thomas y James Hogg, que enfrentó al Buenos Ayres Football Club, fundado para la ocasión uno días antes, el p r i m e r club de fútbol argentino. En 1891, se creó la primera asociación de fútbol en la Argentina: The Argentine Association Football League.
La misma fue fugaz, pero organizó el primer campeonato oficial en el que resultó campeón el Saint Andrew´s Scots School.
El 21 de febrero de 1893, el escocés Alejandro Watson Hutton, considerado el padre del fútbol argentino, fundó la liga defi nitiva que con sucesivos cambios de nombre adoptaría finalmente la denominación de Asociación de Fútbol Argentino (AFA), la octava asociación de fútbol en crearse en el mundo.
Bien, amigos de “La Unión”, esta introducción fue para referirme a la fuerte inserción del fútbol en Lomas y al club Los Andes, principal referente del barrio, más allá de que en el partido están otros equipos destacados como Banfield y Temperley.
Hay un dato anecdótico y muy representativo de la influencia inglesa de los orígenes en el fútbol lomense, que podría reproducirse en el siguiente diálogo: –¿aurriedi?– diez.
Así el centrodelantero le pasó la pelota al insider para comenzar el partido. Más tarde se supo que el “aurriedi” era una deformación de “all ready” (¿todos listos?) y que “diez”, significaba “yes” (sí). Claro, allá por los años 20, y con referee británicos, se mezclaban los criollos con los gerentes y empleados ingleses del ferrocarril del Sud.
La creación de la Asociación Lomense de Fútbol Independiente fue el 14 de marzo de 1939, en el Automóvil Club (ahora club de Pelota de Lomas, en la avenida Hipólito Yrigoyen y Portela).
De todas las entidades que practicaron fútbol en Lomas de Zamora, desde los tiempos del amateurismo, sólo el Club Atlético Los Andes logró una permanencia que lo hizo merecedor del apoyo y la adhesión de una hinchada.
Desde su fundación el 1° de enero de 1917, hasta su ascenso a Primera División en 1960, los “mil rayitas” tuvieron muchos éxitos y fracasos deportivos, siempre matizados con el esfuerzo y las luchas de distintas dirigencias.
La fundación real del club fue en el segundo semestre de 1916 en la lechería ubicada en la avenida Meeks 16, propiedad de Eduardo Gallardón. Su primera cancha estaba en la manzana comprendida por las calles Lamadrid, Pedernera, Viamonte y Arenales, por entonces pleno campo.
Allí se levantó una casilla precaria con cajones en los que venían embalados autos de la marca Wipet. El 22 de febrero de 1922, Los Andes entró a la Asociación Argentina de Fútbol de Segunda División, ascendiendo rápidamente en 1925 a la Intermedia.
El propio nombre del club, Los Andes, estuvo inspirado en la hazaña y la proeza de dos aeronautas, Bradley y Zuloaga, que cruzaron en globo nada menos que la Cordillera de Los Andes. De aquel primer potrero, la cancha luego se trasladó a la calle Gorriti, cerca de la estación de trenes, donde se jugaron los primeros partidos.
La primera camiseta era celeste con una banda blanca horizontal. Luego, impulsada por Eduardo Gallardón, se creó el diseño histórico y actual de las bandas horizontales finitas rojas y blancas.
Desde que se afilió a la Asociación en 1922, Los Andes apostó a metas ambiciosas en el fútbol. Contó con dirigentes visionarios como Gallardón, que instaló al club en la élite del fútbol argentino en los 60 y le entregó una pileta olímpica en la sede social que hizo trepar la masa societaria a las 19.500 personas.
Hay un dato pintoresco y curioso en la construcción de la nueva sede en la avenida Hipólito Yrigoyen 9549. En 1963, los obreros cavaban un pozo muy profundo para construir la pileta olímpica y encontraron algo inesperado: restos fósiles de un animal prehistórico y gigantesco.
Era un gliptodonte de unos 4,20 metros de largo por 1,40 de altura. Este fantástico descubrimiento fue un gran suceso en la ciudad, que tuvo amplia repercusión en la prensa local y nacional.
Esos restos correspondían a una de las más grandes especies conocidas del grupo que vivió hace unos 780.000 años. Los más fanáticos, por cierto, bromearon por mucho tiempo con el “gliptodonte mil rayitas”.
Las mejores campañas en la Primera División hay que ubicarlas en 1967, cuando Los Andes logró su segundo ascenso y un año más tarde, con la mejor producción alcanzando el sexto puesto en la tabla de posiciones.
Hubo que esperar muchos años para volver al círculo privilegiado de la Primera, en la temporada 1999/2000, cuando con Ginarte primero y Miguel Angel Russo después, Los Andes pudo disfrutar el paso por los torneos Apertura y Clausura.
No alcanzo para mantener la categoría y tuvo que bajar al fútbol de ascenso. Algo que ojalá sea pasajero y que como lo pensaron sus fundadores, la proeza levante vuelo como la altura de la mismísima Cordillera.
Por SERGIO LAPEGÜE
Dicen que el fútbol es “pasión de multitudes”. Acá, en la Argentina, y en muchos países del mundo. Un deporte colectivo que nació en Inglaterra en 1863 tras la formación de la Football Association.
El aumento de la popularidad y la competencia internacional a principios del siglo XX hizo necesario crear un único organismo regulador del deporte a nivel mundial. La FIFA fue fundada en París el 21 de mayo de 1904.
En la Argentina, se considera el 20 de junio de 1867 como fecha de comienzo del fútbol nacional. Ese día se jugó en Buenos Aires el primer partido de fútbol formalmente organizado.
El match fue convocado por el Buenos Aires Cricket Club, a iniciativa de los hermanos Thomas y James Hogg, que enfrentó al Buenos Ayres Football Club, fundado para la ocasión uno días antes, el p r i m e r club de fútbol argentino. En 1891, se creó la primera asociación de fútbol en la Argentina: The Argentine Association Football League.
La misma fue fugaz, pero organizó el primer campeonato oficial en el que resultó campeón el Saint Andrew´s Scots School.
El 21 de febrero de 1893, el escocés Alejandro Watson Hutton, considerado el padre del fútbol argentino, fundó la liga defi nitiva que con sucesivos cambios de nombre adoptaría finalmente la denominación de Asociación de Fútbol Argentino (AFA), la octava asociación de fútbol en crearse en el mundo.
Bien, amigos de “La Unión”, esta introducción fue para referirme a la fuerte inserción del fútbol en Lomas y al club Los Andes, principal referente del barrio, más allá de que en el partido están otros equipos destacados como Banfield y Temperley.
Hay un dato anecdótico y muy representativo de la influencia inglesa de los orígenes en el fútbol lomense, que podría reproducirse en el siguiente diálogo: –¿aurriedi?– diez.
Así el centrodelantero le pasó la pelota al insider para comenzar el partido. Más tarde se supo que el “aurriedi” era una deformación de “all ready” (¿todos listos?) y que “diez”, significaba “yes” (sí). Claro, allá por los años 20, y con referee británicos, se mezclaban los criollos con los gerentes y empleados ingleses del ferrocarril del Sud.
La creación de la Asociación Lomense de Fútbol Independiente fue el 14 de marzo de 1939, en el Automóvil Club (ahora club de Pelota de Lomas, en la avenida Hipólito Yrigoyen y Portela).
De todas las entidades que practicaron fútbol en Lomas de Zamora, desde los tiempos del amateurismo, sólo el Club Atlético Los Andes logró una permanencia que lo hizo merecedor del apoyo y la adhesión de una hinchada.
Desde su fundación el 1° de enero de 1917, hasta su ascenso a Primera División en 1960, los “mil rayitas” tuvieron muchos éxitos y fracasos deportivos, siempre matizados con el esfuerzo y las luchas de distintas dirigencias.
La fundación real del club fue en el segundo semestre de 1916 en la lechería ubicada en la avenida Meeks 16, propiedad de Eduardo Gallardón. Su primera cancha estaba en la manzana comprendida por las calles Lamadrid, Pedernera, Viamonte y Arenales, por entonces pleno campo.
Allí se levantó una casilla precaria con cajones en los que venían embalados autos de la marca Wipet. El 22 de febrero de 1922, Los Andes entró a la Asociación Argentina de Fútbol de Segunda División, ascendiendo rápidamente en 1925 a la Intermedia.
El propio nombre del club, Los Andes, estuvo inspirado en la hazaña y la proeza de dos aeronautas, Bradley y Zuloaga, que cruzaron en globo nada menos que la Cordillera de Los Andes. De aquel primer potrero, la cancha luego se trasladó a la calle Gorriti, cerca de la estación de trenes, donde se jugaron los primeros partidos.
La primera camiseta era celeste con una banda blanca horizontal. Luego, impulsada por Eduardo Gallardón, se creó el diseño histórico y actual de las bandas horizontales finitas rojas y blancas.
Desde que se afilió a la Asociación en 1922, Los Andes apostó a metas ambiciosas en el fútbol. Contó con dirigentes visionarios como Gallardón, que instaló al club en la élite del fútbol argentino en los 60 y le entregó una pileta olímpica en la sede social que hizo trepar la masa societaria a las 19.500 personas.
Hay un dato pintoresco y curioso en la construcción de la nueva sede en la avenida Hipólito Yrigoyen 9549. En 1963, los obreros cavaban un pozo muy profundo para construir la pileta olímpica y encontraron algo inesperado: restos fósiles de un animal prehistórico y gigantesco.
Era un gliptodonte de unos 4,20 metros de largo por 1,40 de altura. Este fantástico descubrimiento fue un gran suceso en la ciudad, que tuvo amplia repercusión en la prensa local y nacional.
Esos restos correspondían a una de las más grandes especies conocidas del grupo que vivió hace unos 780.000 años. Los más fanáticos, por cierto, bromearon por mucho tiempo con el “gliptodonte mil rayitas”.
Las mejores campañas en la Primera División hay que ubicarlas en 1967, cuando Los Andes logró su segundo ascenso y un año más tarde, con la mejor producción alcanzando el sexto puesto en la tabla de posiciones.
Hubo que esperar muchos años para volver al círculo privilegiado de la Primera, en la temporada 1999/2000, cuando con Ginarte primero y Miguel Angel Russo después, Los Andes pudo disfrutar el paso por los torneos Apertura y Clausura.
No alcanzo para mantener la categoría y tuvo que bajar al fútbol de ascenso. Algo que ojalá sea pasajero y que como lo pensaron sus fundadores, la proeza levante vuelo como la altura de la mismísima Cordillera.
Las escuelas públicas de Lomas de Zamora y sus maestros pioneros
En el Distrito, en 1845 comenzaron con la tarea educativa el docente Norberto Rivas y su esposa, Josefa Flores. Y siete años más tarde se replanteó el desafío educacional.
Por SERGIO LAPEGÜE
Domingo Faustino Sarmiento fue un apasionado por la escuela primaria, a la que llamó “educación popular” o también “educación común”.
Sarmiento se propuso elevar el nivel social con la acción educativa impulsada por el Estado, pero esta acción debía proyectarse sobre la masa, el grueso del pueblo dejando de constituir un privilegio, una elite.
“Lo que necesitamos primero –dijo– es civilizarnos, no unos doscientos individuos que cursan las aulas, sino unos doscientos mil que no cursan ni las escuelas”.
Esta política fue resistida por los sectores dominantes, a los que Sarmiento trataba de convencer explicando que lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba.
“Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales. Para eso necesitamos hacer toda la República una escuela”, reflexionó el gran prócer sanjuanino.
En consecuencia, durante su presidencia impulsó la educación pública fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares, Liceo Naval y Colegio Militar.
En este contexto nacional y recordando al padre de la Educación argentina, hoy nos referiremos a las escuelas públicas de Lomas y sus pioneros.
En 1845 comenzaron con la tarea educativa el maestro Norberto Rivas y su esposa, la maestra Josefa Flores, en dos escuelas de enseñanza, de varones y de niñas. Recién siete años más tarde se replanteó en Lomas de Zamora el importante desafío educacional.
En 1852, doña María Bustos de Correa creó una escuela de niñas, que ella conducía, instituto que consolidó en 1854 doña Catalina Rodríguez.
Esta maestra, cuya acción pedagógica seria y prolongada ha dejado un gran recuerdo en Lomas de Zamora, nació en 1833.
A los 21 años estructuró la escuela de niñas que la señora de Correa había instalado en la quinta de Ramírez, sobre el Camino Real.
En 1858, don Francisco Portela, en su cargo municipal del Partido de Barracas al Sur, obtuvo una subvención para establecer la escuela pública de señoritas y se designó preceptora oficial a doña Catalina Rodríguez y monitora a su hermana Clemencia.
Según la investigación histórica hecha por Alberto de Paula, este establecimiento pasó a ser oficial en 1861, como escuela número 2 de niñas de Lomas de Zamora.
En ella continuó su trabajo pedagógico la señorita Catalina Rodríguez, hasta 1878 en que comenzó a recibir los benefi cios de la jubilación.
Catalina vivió rodeada del respeto de sus antiguos discípulos, quienes le tributaron un emotivo y excepcional homenaje cuando el Municipio cumplió medio siglo de vida.
Catalina Rodríguez murió el 24 de noviembre de 1911, pocas semanas después de aquel reconocimiento, merecido, de la comunidad.
El 1° de noviembre de 1859 se creó la escuela de varones N° 1, por iniciativa de un grupo de vecinos encabezado por don Francisco Portela y don Esteban Adrogué, comenzando las clases en la famosa y recordada quinta Los Leones, propiedad de Adrogué.
En marzo de 1862, ambas escuelas se trasladaron al edificio que hoy ocupa la Escuela Municipal N° 1 Bartolomé Mitre, frente a la Plaza Grigera.
En esta rica historia de las primeras escuelas de Lomas, donde los pioneros de la educación pública local marcaron un rumbo fundamental, destacaremos las instituciones centenarias.
La Escuela N° 1 Bartolomé Mitre fue fundada el 1° de noviembre de 1859 y su primer director fue Pedro White. La Escuela N° 2 Juan Bautista Alberdi fue fundada en noviembre de 1861, en Villa Cabred, Temperley.
Las primeras directoras fueron Adela P. de Pizano, Enriqueta Díaz Tezanos y América Grizoni. Por su parte, la Escuela N° 3 Dr. Ricardo Gutiérrez, fue fundada el 1° de mayo de 1877 por Domingo Faustino Sarmiento, presidente del Consejo General de Educación.
Su primera maestra fue Antonia Brea, quien ha sido la precursora del g remio provincial docente en el ámbito lomense. Otro antiguo centro educativo es la Escuela N° 6, que comenzó a funcionar en setiembre de 1882 en el paraje del Monte Grande, donde 6 años después se fundaría el pueblo que hoy es cabecera del partido de Esteban Echeverría, escindido de Lomas en 1913.
En fin, amigos de La Unión, esta apretada síntesis fue el germen de las escuelas públicas en Lomas, donde la prédica y el impulso de un gran hombre como Sarmiento tuvieron mucho que ver para sentar las bases de una educación popular y masiva.
Por SERGIO LAPEGÜE
Domingo Faustino Sarmiento fue un apasionado por la escuela primaria, a la que llamó “educación popular” o también “educación común”.
Sarmiento se propuso elevar el nivel social con la acción educativa impulsada por el Estado, pero esta acción debía proyectarse sobre la masa, el grueso del pueblo dejando de constituir un privilegio, una elite.
“Lo que necesitamos primero –dijo– es civilizarnos, no unos doscientos individuos que cursan las aulas, sino unos doscientos mil que no cursan ni las escuelas”.
Esta política fue resistida por los sectores dominantes, a los que Sarmiento trataba de convencer explicando que lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba.
“Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales. Para eso necesitamos hacer toda la República una escuela”, reflexionó el gran prócer sanjuanino.
En consecuencia, durante su presidencia impulsó la educación pública fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares, Liceo Naval y Colegio Militar.
En este contexto nacional y recordando al padre de la Educación argentina, hoy nos referiremos a las escuelas públicas de Lomas y sus pioneros.
En 1845 comenzaron con la tarea educativa el maestro Norberto Rivas y su esposa, la maestra Josefa Flores, en dos escuelas de enseñanza, de varones y de niñas. Recién siete años más tarde se replanteó en Lomas de Zamora el importante desafío educacional.
En 1852, doña María Bustos de Correa creó una escuela de niñas, que ella conducía, instituto que consolidó en 1854 doña Catalina Rodríguez.
Esta maestra, cuya acción pedagógica seria y prolongada ha dejado un gran recuerdo en Lomas de Zamora, nació en 1833.
A los 21 años estructuró la escuela de niñas que la señora de Correa había instalado en la quinta de Ramírez, sobre el Camino Real.
En 1858, don Francisco Portela, en su cargo municipal del Partido de Barracas al Sur, obtuvo una subvención para establecer la escuela pública de señoritas y se designó preceptora oficial a doña Catalina Rodríguez y monitora a su hermana Clemencia.
Según la investigación histórica hecha por Alberto de Paula, este establecimiento pasó a ser oficial en 1861, como escuela número 2 de niñas de Lomas de Zamora.
En ella continuó su trabajo pedagógico la señorita Catalina Rodríguez, hasta 1878 en que comenzó a recibir los benefi cios de la jubilación.
Catalina vivió rodeada del respeto de sus antiguos discípulos, quienes le tributaron un emotivo y excepcional homenaje cuando el Municipio cumplió medio siglo de vida.
Catalina Rodríguez murió el 24 de noviembre de 1911, pocas semanas después de aquel reconocimiento, merecido, de la comunidad.
El 1° de noviembre de 1859 se creó la escuela de varones N° 1, por iniciativa de un grupo de vecinos encabezado por don Francisco Portela y don Esteban Adrogué, comenzando las clases en la famosa y recordada quinta Los Leones, propiedad de Adrogué.
En marzo de 1862, ambas escuelas se trasladaron al edificio que hoy ocupa la Escuela Municipal N° 1 Bartolomé Mitre, frente a la Plaza Grigera.
En esta rica historia de las primeras escuelas de Lomas, donde los pioneros de la educación pública local marcaron un rumbo fundamental, destacaremos las instituciones centenarias.
La Escuela N° 1 Bartolomé Mitre fue fundada el 1° de noviembre de 1859 y su primer director fue Pedro White. La Escuela N° 2 Juan Bautista Alberdi fue fundada en noviembre de 1861, en Villa Cabred, Temperley.
Las primeras directoras fueron Adela P. de Pizano, Enriqueta Díaz Tezanos y América Grizoni. Por su parte, la Escuela N° 3 Dr. Ricardo Gutiérrez, fue fundada el 1° de mayo de 1877 por Domingo Faustino Sarmiento, presidente del Consejo General de Educación.
Su primera maestra fue Antonia Brea, quien ha sido la precursora del g remio provincial docente en el ámbito lomense. Otro antiguo centro educativo es la Escuela N° 6, que comenzó a funcionar en setiembre de 1882 en el paraje del Monte Grande, donde 6 años después se fundaría el pueblo que hoy es cabecera del partido de Esteban Echeverría, escindido de Lomas en 1913.
En fin, amigos de La Unión, esta apretada síntesis fue el germen de las escuelas públicas en Lomas, donde la prédica y el impulso de un gran hombre como Sarmiento tuvieron mucho que ver para sentar las bases de una educación popular y masiva.
La rica y extensa lista de intendentes en la historia de Lomas de Zamora
En los 150 años del Distrito, el mando político cambió 219 veces y 126 tuvieron el máximo cargo. Uno de ellos estuvo menos de 5 horas. Y en cuatro oportunidades, no pudieron asumir.
Por SERGIO LAPEGÜE
Como en toda sociedad organizada, uno de los poderes esenciales para regular y administrar el pulso ciudadano es el Ejecutivo.
En política, en el manejo del Estado y la cosa pública, tienen preponderancia las autoridades que están al frente de la Nación, las Provincias y los Municipios.
En la Bicentenaria historia argentina se alternaron períodos democráticos y autocráticos, donde el voto o el dedo eligieron a esos representantes. En 150 años de existencia, el Partido de Lomas de Zamora el poder político cambió 219 veces, repartiendo el máximo cargo ejecutivo en 126 personas.
Siendo presidentes de la Municipalidad (en los primeros tiempos) o Intendentes Municipales, quienes tuvieron mayor protagonismo fueron Felipe Castro en cinco períodos y Manuel Castro en tres.
En los tiempos fundacionales de Lomas hubo presidentes de la Municipalidad que ejercieron sus cargos desde el 2 de febrero de 1862 hasta el 30 de setiembre de 1886.
A partir del 1° de octubre de ese año, se separaron las funciones legislativas, desempeñadas por el Concejo Deliberante, de las ejecutivas, cuya máxima autoridad pasó a ser el funcionario que hoy conocemos con el cargo de Intendente Municipal.
Los intendentes que más tiempo permanecieron en sus cargos fueron Juan Bruno Tavano durante 8 años, Felipe Castro durante 7 años y 10 meses, Manuel Castro durante 5 años y 10 meses, y Eduardo Alberto Duhalde durante 3 años y medio.
En el otro extremo, es decir quienes menos tiempo mantuvieron sus funciones, están Horacio Martijena que estuvo menos de 5 horas en 1943, Antonio Torassa y Manuel Portela (1912), que estuvieron 3 y 4 días respectivamente.
El año más turbulento y que más intendentes pasaron por el ejecutivo lomense fue 1886 con la serie Francisco Portela (h), Francisco Meeks, Lisandro Méndez, Santos Lafuente, Jacinto Rosende, Abelardo Banante y José Benítez.
Un total de siete funcionarios de los cuales los tres primeros fueron presidentes de la Municipalidad, el cuarto interventor de la misma, los siguientes concejales y el último intendente municipal.
En cuatro oportunidades, los intendentes electos no pudieron asumir el cargo. En 1893, Sebastián Martínez no pudo hacerlo por estar intervenida la Municipalidad. En 1913, Luis Pereyra Lucena no asumió al reconocerse como legítima la elección de otra lista.
En 1950, Vicente Longhi murió antes de asumir y, en 1962, se anularon las elecciones en las que había triunfado Rodolfo Illescas. En cuanto a las fuerzas políticas que más gobernaron en Lomas de Zamora están repartidas entre los Conservadores y el Justicialismo.
La rareza fue que un centenario partido como la Unión Cívica Radical nunca pudo gobernar el partido, salvo el corto período que tuvo la Alianza en el período 1999-2002 el intendente Edgardo Di Dío, donde la UCR integró esa coalición gobernante.
Según el investigador histórico lomense Norberto Candaosa, recopilado en “Noticias de Lomas de Zamora”, “en total 115 intendentes no ocuparon el cargo por elección popular primaria, sino como consecuencia de intervenciones, renuncias o muerte”.
Sin mencionar la extensa lista de jefes comunales, integrada por 126 personas, se puede destacar que el primer Presidente de la Municipalidad fue Francisco Portela en 1862. Con la reforma y el nuevo estatus institucional, el primer intendente municipal fue Francisco Meeks, en 1886.
Otro dato para resaltar en la historia local es que Eduardo Duhalde fue intendente en dos oportunidades, alteradas en el medio por el golpe militar de 1976: la primera gestión fue en 1974, interrumpida por la asonada del 24 de marzo de 1976.
El segundo mandato fue cuando se recuperó la democracia en 1983, cargo que ocupó en nuestro distrito hasta 1987.
En tiempos democráticos, al importante rol institucional de la Municipalidad se suma el trabajo legislativo del Concejo Deliberante. En sus primeras épocas, funcionaba en la esquina de Boedo y Manuel Castro.
Era en la década del ‘30, cuando la vieja Municipalidad ya se iba a demoler para dejar paso al nuevo Palacio Blanco. Era aquel un Concejo formado por buenos vecinos, cuya principal preocupación consistía en servir el interés de la comunidad sin que la pasión por la política interfiriera en los debates.
Se iba a hacer obra y sus desvelos sólo recibían por recompensa una medalla que los acreditaba como representantes del pueblo y el otorgamiento de una patente a quien poseía un coche, que entonces eran muy pocos.
Por SERGIO LAPEGÜE
Como en toda sociedad organizada, uno de los poderes esenciales para regular y administrar el pulso ciudadano es el Ejecutivo.
En política, en el manejo del Estado y la cosa pública, tienen preponderancia las autoridades que están al frente de la Nación, las Provincias y los Municipios.
En la Bicentenaria historia argentina se alternaron períodos democráticos y autocráticos, donde el voto o el dedo eligieron a esos representantes. En 150 años de existencia, el Partido de Lomas de Zamora el poder político cambió 219 veces, repartiendo el máximo cargo ejecutivo en 126 personas.
Siendo presidentes de la Municipalidad (en los primeros tiempos) o Intendentes Municipales, quienes tuvieron mayor protagonismo fueron Felipe Castro en cinco períodos y Manuel Castro en tres.
En los tiempos fundacionales de Lomas hubo presidentes de la Municipalidad que ejercieron sus cargos desde el 2 de febrero de 1862 hasta el 30 de setiembre de 1886.
A partir del 1° de octubre de ese año, se separaron las funciones legislativas, desempeñadas por el Concejo Deliberante, de las ejecutivas, cuya máxima autoridad pasó a ser el funcionario que hoy conocemos con el cargo de Intendente Municipal.
Los intendentes que más tiempo permanecieron en sus cargos fueron Juan Bruno Tavano durante 8 años, Felipe Castro durante 7 años y 10 meses, Manuel Castro durante 5 años y 10 meses, y Eduardo Alberto Duhalde durante 3 años y medio.
En el otro extremo, es decir quienes menos tiempo mantuvieron sus funciones, están Horacio Martijena que estuvo menos de 5 horas en 1943, Antonio Torassa y Manuel Portela (1912), que estuvieron 3 y 4 días respectivamente.
El año más turbulento y que más intendentes pasaron por el ejecutivo lomense fue 1886 con la serie Francisco Portela (h), Francisco Meeks, Lisandro Méndez, Santos Lafuente, Jacinto Rosende, Abelardo Banante y José Benítez.
Un total de siete funcionarios de los cuales los tres primeros fueron presidentes de la Municipalidad, el cuarto interventor de la misma, los siguientes concejales y el último intendente municipal.
En cuatro oportunidades, los intendentes electos no pudieron asumir el cargo. En 1893, Sebastián Martínez no pudo hacerlo por estar intervenida la Municipalidad. En 1913, Luis Pereyra Lucena no asumió al reconocerse como legítima la elección de otra lista.
En 1950, Vicente Longhi murió antes de asumir y, en 1962, se anularon las elecciones en las que había triunfado Rodolfo Illescas. En cuanto a las fuerzas políticas que más gobernaron en Lomas de Zamora están repartidas entre los Conservadores y el Justicialismo.
La rareza fue que un centenario partido como la Unión Cívica Radical nunca pudo gobernar el partido, salvo el corto período que tuvo la Alianza en el período 1999-2002 el intendente Edgardo Di Dío, donde la UCR integró esa coalición gobernante.
Según el investigador histórico lomense Norberto Candaosa, recopilado en “Noticias de Lomas de Zamora”, “en total 115 intendentes no ocuparon el cargo por elección popular primaria, sino como consecuencia de intervenciones, renuncias o muerte”.
Sin mencionar la extensa lista de jefes comunales, integrada por 126 personas, se puede destacar que el primer Presidente de la Municipalidad fue Francisco Portela en 1862. Con la reforma y el nuevo estatus institucional, el primer intendente municipal fue Francisco Meeks, en 1886.
Otro dato para resaltar en la historia local es que Eduardo Duhalde fue intendente en dos oportunidades, alteradas en el medio por el golpe militar de 1976: la primera gestión fue en 1974, interrumpida por la asonada del 24 de marzo de 1976.
El segundo mandato fue cuando se recuperó la democracia en 1983, cargo que ocupó en nuestro distrito hasta 1987.
En tiempos democráticos, al importante rol institucional de la Municipalidad se suma el trabajo legislativo del Concejo Deliberante. En sus primeras épocas, funcionaba en la esquina de Boedo y Manuel Castro.
Era en la década del ‘30, cuando la vieja Municipalidad ya se iba a demoler para dejar paso al nuevo Palacio Blanco. Era aquel un Concejo formado por buenos vecinos, cuya principal preocupación consistía en servir el interés de la comunidad sin que la pasión por la política interfiriera en los debates.
Se iba a hacer obra y sus desvelos sólo recibían por recompensa una medalla que los acreditaba como representantes del pueblo y el otorgamiento de una patente a quien poseía un coche, que entonces eran muy pocos.
El Tiro Federal, una institución que “suena” en nuestro acervo cultural
Fue escenario de Juegos Panamericanos y Torneos Mundiales de la especialidad. La sociedad fue fundada el 7 de junio de 1935 con un acta que se firmó en la Municipalidad de Lomas.
Por SERGIO LAPEGÜE
En nuestro contacto de hoy, queridos amigos de “La Unión”, me referiré a una antigua y prestigiosa institución de nuestra comunidad: el Tiro Federal de Lomas de Zamora.
Más allá de repasar sus orígenes, quiénes fueron sus principales figuras deportivas, también señalaré que fue escenario de Juegos Panamericanos y Torneos Mundiales de la especialidad.
Los primeros disparos en un polígono de tiro en Lomas se escucharon el siglo XIX. Corría el año 1896 y en esa fecha soldados contratados o “enganchados” que integraban el viejo “Ejército de Línea”, juntamente con los jóvenes en edad militar, constituían la “Guardia Nacional” y construyeron, con el esfuerzo que en esa época significaba, un espaldón de tiro a 500 metros para sus prácticas, lugar donde posteriormente se creara el Tiro Federal de Lomas de Zamora, que por tal motivo fue bautizado como “Polígono Guardia Nacional”.
Por ley del 12 de marzo y decreto del 17 de marzo de 1852 se establece la disolución de todos los regimientos de la ciudad y campaña y se formaba en su lugar las Guardias Nacionales, designando para su organización y jefatura al coronel Manuel Roxas.
Unos meses después, Justo José de Urquiza los suspende pero se vuelven a formar tras la revolución del 11 de setiembre de 1852.
En los pueblos de campaña donde hubiere compañías de Guardia Nacional de Infantería cada una de ellas tendría una escuadra de ocho soldados, 2 cabos y un sargento en línea, todo esto con el fin de brindar instrucción a las plazas milicianas.
En 1861 Lomas de Zamora formó un partido propio conservando su compañía de GN de caballería, desprendida del escuadrón Barracas al Sud, que unida a otra nueva formó el escuadrón de Lomas de Zamora en 1896.
Este llegó a tener bandera propia y hoy está en el Museo Americanista de la Municipalidad. La misma fue donada por Juan Champalenne y es en honor a esa Guardia Nacional que el Tiro Federal se llama Polígono de la Guardia Nacional.
Hacia fi nes del siglo XIX y ante un inminente conflicto limítrofe con Chile se utilizó el polígono con fines de adiestramiento en tiro, no solo al personal militar y la Guardia Nacional, sino también a los ciudadanos lomenses y de otros distritos. Los vecinos formaron el Batallón Lomas de Zamora de la Guardia Nacional.
Esta organización militar se sustenta en el concepto francés del ciudadano-soldado, que sin abandonar su forma de vida civil recibe instrucción militar, convocándosele al servicio activo cuando es necesario.
Ya a principios del siglo XX, ya alejada la posibilidad de un confl icto con Chile e instalado en Campo de Mayo, los acantonamientos de Santa Catalina fueron abandonados al igual que el polígono.
Durante años los vecinos, amantes del tiro, se unieron y pidieron el uso del polígono. No tuvieron éxito y mantenían la actividad practicando en un pequeño polígono ubicado en Laprida, entre España e Italia, hoy pleno centro comercial de la ciudad.
Esa misma comisión de vecinos no detuvo su trabajo y construyó otro polígono más amplio en la avenida Santa Fe, entre Sáenz y Portela, frente al actual estadio de Los Andes, que funcionó hasta mediados de 1915.
En 1935, finalmente, tuvieron éxito las gestiones que comenzaron José Mordasini, el intendente Leopoldo Pereyra, el general Pablo Ricchieri, el doctor Oscar Amero, el ingeniero Alfredo Orfila y Andrés Cummins.
Así fue como el 7 de junio de ese año firmaron en la Municipalidad el acta de fundación de la Sociedad Tiro Federal de Lomas de Zamora.
El 31 de diciembre de 1935 se firmó la escritura pública por la que la Universidad Nacional de La Plata cedió en uso gratuito diez hectáreas que actualmente ocupa la institución sobre la avenida Juan XXIII.
Las obras duraron hasta el año 1938 y el 14 de mayo comenzó a funcionar el Tiro Federal de Lomas. En la ceremonia de inauguración hizo el disparo inicial el general Adolfo Arana.
Las obras fueron bendecidas por quien fuera socio fundador y luego obispo de Lomas de Zamora, el padre Alejandro Schell. Con el paso de los años, la institución fue creciendo en su masa societaria, ganando prestigio nacional e internacional.
Hoy en día un grupo de coleccionistas de uniformes militares y armas antiguas, agrupados en el Tiro Federal local, realizan muestras, exposiciones y desfiles por todo el país.
Sus recreaciones históricas son muy valoradas y solicitadas, especialmente en fechas patrias. En las distintas categorías deportivas de tiro, tanto en competencias panamericanas, olímpicas y torneos internacionales, se destacaron en su historia Andrés Cummins, Laurean o Oliver, Alberto Sa bín Paz, Douglas Maddoks, Ernesto Beheran, Juan Sampredro, Fulvio Rochi, Carlos Casale, Carmelo Palaggi y Agustín Aramburú (h). En la categoría damas también hubo destacadas representantes como Zulema Medina, Laura Fasciolo y Ana Ester Stasi.
En fin, amigos, el Tiro Federal atesora una riquísima historia social y deportiva que es orgullo de Lomas, sin olvidar su lema originario: “Defender a la Patria”.
Por SERGIO LAPEGÜE
En nuestro contacto de hoy, queridos amigos de “La Unión”, me referiré a una antigua y prestigiosa institución de nuestra comunidad: el Tiro Federal de Lomas de Zamora.
Más allá de repasar sus orígenes, quiénes fueron sus principales figuras deportivas, también señalaré que fue escenario de Juegos Panamericanos y Torneos Mundiales de la especialidad.
Los primeros disparos en un polígono de tiro en Lomas se escucharon el siglo XIX. Corría el año 1896 y en esa fecha soldados contratados o “enganchados” que integraban el viejo “Ejército de Línea”, juntamente con los jóvenes en edad militar, constituían la “Guardia Nacional” y construyeron, con el esfuerzo que en esa época significaba, un espaldón de tiro a 500 metros para sus prácticas, lugar donde posteriormente se creara el Tiro Federal de Lomas de Zamora, que por tal motivo fue bautizado como “Polígono Guardia Nacional”.
Por ley del 12 de marzo y decreto del 17 de marzo de 1852 se establece la disolución de todos los regimientos de la ciudad y campaña y se formaba en su lugar las Guardias Nacionales, designando para su organización y jefatura al coronel Manuel Roxas.
Unos meses después, Justo José de Urquiza los suspende pero se vuelven a formar tras la revolución del 11 de setiembre de 1852.
En los pueblos de campaña donde hubiere compañías de Guardia Nacional de Infantería cada una de ellas tendría una escuadra de ocho soldados, 2 cabos y un sargento en línea, todo esto con el fin de brindar instrucción a las plazas milicianas.
En 1861 Lomas de Zamora formó un partido propio conservando su compañía de GN de caballería, desprendida del escuadrón Barracas al Sud, que unida a otra nueva formó el escuadrón de Lomas de Zamora en 1896.
Este llegó a tener bandera propia y hoy está en el Museo Americanista de la Municipalidad. La misma fue donada por Juan Champalenne y es en honor a esa Guardia Nacional que el Tiro Federal se llama Polígono de la Guardia Nacional.
Hacia fi nes del siglo XIX y ante un inminente conflicto limítrofe con Chile se utilizó el polígono con fines de adiestramiento en tiro, no solo al personal militar y la Guardia Nacional, sino también a los ciudadanos lomenses y de otros distritos. Los vecinos formaron el Batallón Lomas de Zamora de la Guardia Nacional.
Esta organización militar se sustenta en el concepto francés del ciudadano-soldado, que sin abandonar su forma de vida civil recibe instrucción militar, convocándosele al servicio activo cuando es necesario.
Ya a principios del siglo XX, ya alejada la posibilidad de un confl icto con Chile e instalado en Campo de Mayo, los acantonamientos de Santa Catalina fueron abandonados al igual que el polígono.
Durante años los vecinos, amantes del tiro, se unieron y pidieron el uso del polígono. No tuvieron éxito y mantenían la actividad practicando en un pequeño polígono ubicado en Laprida, entre España e Italia, hoy pleno centro comercial de la ciudad.
Esa misma comisión de vecinos no detuvo su trabajo y construyó otro polígono más amplio en la avenida Santa Fe, entre Sáenz y Portela, frente al actual estadio de Los Andes, que funcionó hasta mediados de 1915.
En 1935, finalmente, tuvieron éxito las gestiones que comenzaron José Mordasini, el intendente Leopoldo Pereyra, el general Pablo Ricchieri, el doctor Oscar Amero, el ingeniero Alfredo Orfila y Andrés Cummins.
Así fue como el 7 de junio de ese año firmaron en la Municipalidad el acta de fundación de la Sociedad Tiro Federal de Lomas de Zamora.
El 31 de diciembre de 1935 se firmó la escritura pública por la que la Universidad Nacional de La Plata cedió en uso gratuito diez hectáreas que actualmente ocupa la institución sobre la avenida Juan XXIII.
Las obras duraron hasta el año 1938 y el 14 de mayo comenzó a funcionar el Tiro Federal de Lomas. En la ceremonia de inauguración hizo el disparo inicial el general Adolfo Arana.
Las obras fueron bendecidas por quien fuera socio fundador y luego obispo de Lomas de Zamora, el padre Alejandro Schell. Con el paso de los años, la institución fue creciendo en su masa societaria, ganando prestigio nacional e internacional.
Hoy en día un grupo de coleccionistas de uniformes militares y armas antiguas, agrupados en el Tiro Federal local, realizan muestras, exposiciones y desfiles por todo el país.
Sus recreaciones históricas son muy valoradas y solicitadas, especialmente en fechas patrias. En las distintas categorías deportivas de tiro, tanto en competencias panamericanas, olímpicas y torneos internacionales, se destacaron en su historia Andrés Cummins, Laurean o Oliver, Alberto Sa bín Paz, Douglas Maddoks, Ernesto Beheran, Juan Sampredro, Fulvio Rochi, Carlos Casale, Carmelo Palaggi y Agustín Aramburú (h). En la categoría damas también hubo destacadas representantes como Zulema Medina, Laura Fasciolo y Ana Ester Stasi.
En fin, amigos, el Tiro Federal atesora una riquísima historia social y deportiva que es orgullo de Lomas, sin olvidar su lema originario: “Defender a la Patria”.
miércoles, 20 de abril de 2011
Las escuelas públicas de Lomas de Zamora y sus maestros pioneros
En el Distrito, en 1845 comenzaron con la tarea educativa el docente Norberto Rivas y su esposa, Josefa Flores. Y siete años más tarde se replanteó el desafío educacional.
Por SERGIO LAPEGÜE
Domingo Faustino Sarmiento fue un apasionado por la escuela primaria, a la que llamó “educación popular” o también “educación común”.
Sarmiento se propuso elevar el nivel social con la acción educativa impulsada por el Estado, pero esta acción debía proyectarse sobre la masa, el grueso del pueblo dejando de constituir un privilegio, una elite.
“Lo que necesitamos primero –dijo– es civilizarnos, no unos doscientos individuos que cursan las aulas, sino unos doscientos mil que no cursan ni las escuelas”.
Esta política fue resistida por los sectores dominantes, a los que Sarmiento trataba de convencer explicando que lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba.
“Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales. Para eso necesitamos hacer toda la República una escuela”, reflexionó el gran prócer sanjuanino.
En consecuencia, durante su presidencia impulsó la educación pública fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares, Liceo Naval y Colegio Militar.
En este contexto nacional y recordando al padre de la Educación argentina, hoy nos referiremos a las escuelas públicas de Lomas y sus pioneros.
En 1845 comenzaron con la tarea educativa el maestro Norberto Rivas y su esposa, la maestra Josefa Flores, en dos escuelas de enseñanza, de varones y de niñas. Recién siete años más tarde se replanteó en Lomas de Zamora el importante desafío educacional.
En 1852, doña María Bustos de Correa creó una escuela de niñas, que ella conducía, instituto que consolidó en 1854 doña Catalina Rodríguez.
Esta maestra, cuya acción pedagógica seria y prolongada ha dejado un gran recuerdo en Lomas de Zamora, nació en 1833.
A los 21 años estructuró la escuela de niñas que la señora de Correa había instalado en la quinta de Ramírez, sobre el Camino Real.
En 1858, don Francisco Portela, en su cargo municipal del Partido de Barracas al Sur, obtuvo una subvención para establecer la escuela pública de señoritas y se designó preceptora oficial a doña Catalina Rodríguez y monitora a su hermana Clemencia.
Según la investigación histórica hecha por Alberto de Paula, este establecimiento pasó a ser oficial en 1861, como escuela número 2 de niñas de Lomas de Zamora.
En ella continuó su trabajo pedagógico la señorita Catalina Rodríguez, hasta 1878 en que comenzó a recibir los benefi cios de la jubilación.
Catalina vivió rodeada del respeto de sus antiguos discípulos, quienes le tributaron un emotivo y excepcional homenaje cuando el Municipio cumplió medio siglo de vida.
Catalina Rodríguez murió el 24 de noviembre de 1911, pocas semanas después de aquel reconocimiento, merecido, de la comunidad.
El 1° de noviembre de 1859 se creó la escuela de varones N° 1, por iniciativa de un grupo de vecinos encabezado por don Francisco Portela y don Esteban Adrogué, comenzando las clases en la famosa y recordada quinta Los Leones, propiedad de Adrogué.
En marzo de 1862, ambas escuelas se trasladaron al edificio que hoy ocupa la Escuela Municipal N° 1 Bartolomé Mitre, frente a la Plaza Grigera.
En esta rica historia de las primeras escuelas de Lomas, donde los pioneros de la educación pública local marcaron un rumbo fundamental, destacaremos las instituciones centenarias.
La Escuela N° 1 Bartolomé Mitre fue fundada el 1° de noviembre de 1859 y su primer director fue Pedro White. La Escuela N° 2 Juan Bautista Alberdi fue fundada en noviembre de 1861, en Villa Cabred, Temperley.
Las primeras directoras fueron Adela P. de Pizano, Enriqueta Díaz Tezanos y América Grizoni. Por su parte, la Escuela N° 3 Dr. Ricardo Gutiérrez, fue fundada el 1° de mayo de 1877 por Domingo Faustino Sarmiento, presidente del Consejo General de Educación.
Su primera maestra fue Antonia Brea, quien ha sido la precursora del g remio provincial docente en el ámbito lomense. Otro antiguo centro educativo es la Escuela N° 6, que comenzó a funcionar en setiembre de 1882 en el paraje del Monte Grande, donde 6 años después se fundaría el pueblo que hoy es cabecera del partido de Esteban Echeverría, escindido de Lomas en 1913.
En fin, amigos de La Unión, esta apretada síntesis fue el germen de las escuelas públicas en Lomas, donde la prédica y el impulso de un gran hombre como Sarmiento tuvieron mucho que ver para sentar las bases de una educación popular y masiva.
Por SERGIO LAPEGÜE
Domingo Faustino Sarmiento fue un apasionado por la escuela primaria, a la que llamó “educación popular” o también “educación común”.
Sarmiento se propuso elevar el nivel social con la acción educativa impulsada por el Estado, pero esta acción debía proyectarse sobre la masa, el grueso del pueblo dejando de constituir un privilegio, una elite.
“Lo que necesitamos primero –dijo– es civilizarnos, no unos doscientos individuos que cursan las aulas, sino unos doscientos mil que no cursan ni las escuelas”.
Esta política fue resistida por los sectores dominantes, a los que Sarmiento trataba de convencer explicando que lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba.
“Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales. Para eso necesitamos hacer toda la República una escuela”, reflexionó el gran prócer sanjuanino.
En consecuencia, durante su presidencia impulsó la educación pública fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares, Liceo Naval y Colegio Militar.
En este contexto nacional y recordando al padre de la Educación argentina, hoy nos referiremos a las escuelas públicas de Lomas y sus pioneros.
En 1845 comenzaron con la tarea educativa el maestro Norberto Rivas y su esposa, la maestra Josefa Flores, en dos escuelas de enseñanza, de varones y de niñas. Recién siete años más tarde se replanteó en Lomas de Zamora el importante desafío educacional.
En 1852, doña María Bustos de Correa creó una escuela de niñas, que ella conducía, instituto que consolidó en 1854 doña Catalina Rodríguez.
Esta maestra, cuya acción pedagógica seria y prolongada ha dejado un gran recuerdo en Lomas de Zamora, nació en 1833.
A los 21 años estructuró la escuela de niñas que la señora de Correa había instalado en la quinta de Ramírez, sobre el Camino Real.
En 1858, don Francisco Portela, en su cargo municipal del Partido de Barracas al Sur, obtuvo una subvención para establecer la escuela pública de señoritas y se designó preceptora oficial a doña Catalina Rodríguez y monitora a su hermana Clemencia.
Según la investigación histórica hecha por Alberto de Paula, este establecimiento pasó a ser oficial en 1861, como escuela número 2 de niñas de Lomas de Zamora.
En ella continuó su trabajo pedagógico la señorita Catalina Rodríguez, hasta 1878 en que comenzó a recibir los benefi cios de la jubilación.
Catalina vivió rodeada del respeto de sus antiguos discípulos, quienes le tributaron un emotivo y excepcional homenaje cuando el Municipio cumplió medio siglo de vida.
Catalina Rodríguez murió el 24 de noviembre de 1911, pocas semanas después de aquel reconocimiento, merecido, de la comunidad.
El 1° de noviembre de 1859 se creó la escuela de varones N° 1, por iniciativa de un grupo de vecinos encabezado por don Francisco Portela y don Esteban Adrogué, comenzando las clases en la famosa y recordada quinta Los Leones, propiedad de Adrogué.
En marzo de 1862, ambas escuelas se trasladaron al edificio que hoy ocupa la Escuela Municipal N° 1 Bartolomé Mitre, frente a la Plaza Grigera.
En esta rica historia de las primeras escuelas de Lomas, donde los pioneros de la educación pública local marcaron un rumbo fundamental, destacaremos las instituciones centenarias.
La Escuela N° 1 Bartolomé Mitre fue fundada el 1° de noviembre de 1859 y su primer director fue Pedro White. La Escuela N° 2 Juan Bautista Alberdi fue fundada en noviembre de 1861, en Villa Cabred, Temperley.
Las primeras directoras fueron Adela P. de Pizano, Enriqueta Díaz Tezanos y América Grizoni. Por su parte, la Escuela N° 3 Dr. Ricardo Gutiérrez, fue fundada el 1° de mayo de 1877 por Domingo Faustino Sarmiento, presidente del Consejo General de Educación.
Su primera maestra fue Antonia Brea, quien ha sido la precursora del g remio provincial docente en el ámbito lomense. Otro antiguo centro educativo es la Escuela N° 6, que comenzó a funcionar en setiembre de 1882 en el paraje del Monte Grande, donde 6 años después se fundaría el pueblo que hoy es cabecera del partido de Esteban Echeverría, escindido de Lomas en 1913.
En fin, amigos de La Unión, esta apretada síntesis fue el germen de las escuelas públicas en Lomas, donde la prédica y el impulso de un gran hombre como Sarmiento tuvieron mucho que ver para sentar las bases de una educación popular y masiva.
La rica y extensa lista de intendentes en la historia de Lomas de Zamora
En los 150 años del Distrito, el mando político cambió 219 veces y 126 tuvieron el máximo cargo. Uno de ellos estuvo menos de 5 horas. Y en cuatro oportunidades, no pudieron asumir.
Por SERGIO LAPEGÜE
Como en toda sociedad organizada, uno de los poderes esenciales para regular y administrar el pulso ciudadano es el Ejecutivo.
En política, en el manejo del Estado y la cosa pública, tienen preponderancia las autoridades que están al frente de la Nación, las Provincias y los Municipios.
En la Bicentenaria historia argentina se alternaron períodos democráticos y autocráticos, donde el voto o el dedo eligieron a esos representantes. En 150 años de existencia, el Partido de Lomas de Zamora el poder político cambió 219 veces, repartiendo el máximo cargo ejecutivo en 126 personas.
Siendo presidentes de la Municipalidad (en los primeros tiempos) o Intendentes Municipales, quienes tuvieron mayor protagonismo fueron Felipe Castro en cinco períodos y Manuel Castro en tres.
En los tiempos fundacionales de Lomas hubo presidentes de la Municipalidad que ejercieron sus cargos desde el 2 de febrero de 1862 hasta el 30 de setiembre de 1886.
A partir del 1° de octubre de ese año, se separaron las funciones legislativas, desempeñadas por el Concejo Deliberante, de las ejecutivas, cuya máxima autoridad pasó a ser el funcionario que hoy conocemos con el cargo de Intendente Municipal.
Los intendentes que más tiempo permanecieron en sus cargos fueron Juan Bruno Tavano durante 8 años, Felipe Castro durante 7 años y 10 meses, Manuel Castro durante 5 años y 10 meses, y Eduardo Alberto Duhalde durante 3 años y medio.
En el otro extremo, es decir quienes menos tiempo mantuvieron sus funciones, están Horacio Martijena que estuvo menos de 5 horas en 1943, Antonio Torassa y Manuel Portela (1912), que estuvieron 3 y 4 días respectivamente.
El año más turbulento y que más intendentes pasaron por el ejecutivo lomense fue 1886 con la serie Francisco Portela (h), Francisco Meeks, Lisandro Méndez, Santos Lafuente, Jacinto Rosende, Abelardo Banante y José Benítez.
Un total de siete funcionarios de los cuales los tres primeros fueron presidentes de la Municipalidad, el cuarto interventor de la misma, los siguientes concejales y el último intendente municipal.
En cuatro oportunidades, los intendentes electos no pudieron asumir el cargo. En 1893, Sebastián Martínez no pudo hacerlo por estar intervenida la Municipalidad. En 1913, Luis Pereyra Lucena no asumió al reconocerse como legítima la elección de otra lista.
En 1950, Vicente Longhi murió antes de asumir y, en 1962, se anularon las elecciones en las que había triunfado Rodolfo Illescas. En cuanto a las fuerzas políticas que más gobernaron en Lomas de Zamora están repartidas entre los Conservadores y el Justicialismo.
La rareza fue que un centenario partido como la Unión Cívica Radical nunca pudo gobernar el partido, salvo el corto período que tuvo la Alianza en el período 1999-2002 el intendente Edgardo Di Dío, donde la UCR integró esa coalición gobernante.
Según el investigador histórico lomense Norberto Candaosa, recopilado en “Noticias de Lomas de Zamora”, “en total 115 intendentes no ocuparon el cargo por elección popular primaria, sino como consecuencia de intervenciones, renuncias o muerte”.
Sin mencionar la extensa lista de jefes comunales, integrada por 126 personas, se puede destacar que el primer Presidente de la Municipalidad fue Francisco Portela en 1862. Con la reforma y el nuevo estatus institucional, el primer intendente municipal fue Francisco Meeks, en 1886.
Otro dato para resaltar en la historia local es que Eduardo Duhalde fue intendente en dos oportunidades, alteradas en el medio por el golpe militar de 1976: la primera gestión fue en 1974, interrumpida por la asonada del 24 de marzo de 1976.
El segundo mandato fue cuando se recuperó la democracia en 1983, cargo que ocupó en nuestro distrito hasta 1987.
En tiempos democráticos, al importante rol institucional de la Municipalidad se suma el trabajo legislativo del Concejo Deliberante. En sus primeras épocas, funcionaba en la esquina de Boedo y Manuel Castro.
Era en la década del ‘30, cuando la vieja Municipalidad ya se iba a demoler para dejar paso al nuevo Palacio Blanco. Era aquel un Concejo formado por buenos vecinos, cuya principal preocupación consistía en servir el interés de la comunidad sin que la pasión por la política interfiriera en los debates.
Se iba a hacer obra y sus desvelos sólo recibían por recompensa una medalla que los acreditaba como representantes del pueblo y el otorgamiento de una patente a quien poseía un coche, que entonces eran muy pocos.
Por SERGIO LAPEGÜE
Como en toda sociedad organizada, uno de los poderes esenciales para regular y administrar el pulso ciudadano es el Ejecutivo.
En política, en el manejo del Estado y la cosa pública, tienen preponderancia las autoridades que están al frente de la Nación, las Provincias y los Municipios.
En la Bicentenaria historia argentina se alternaron períodos democráticos y autocráticos, donde el voto o el dedo eligieron a esos representantes. En 150 años de existencia, el Partido de Lomas de Zamora el poder político cambió 219 veces, repartiendo el máximo cargo ejecutivo en 126 personas.
Siendo presidentes de la Municipalidad (en los primeros tiempos) o Intendentes Municipales, quienes tuvieron mayor protagonismo fueron Felipe Castro en cinco períodos y Manuel Castro en tres.
En los tiempos fundacionales de Lomas hubo presidentes de la Municipalidad que ejercieron sus cargos desde el 2 de febrero de 1862 hasta el 30 de setiembre de 1886.
A partir del 1° de octubre de ese año, se separaron las funciones legislativas, desempeñadas por el Concejo Deliberante, de las ejecutivas, cuya máxima autoridad pasó a ser el funcionario que hoy conocemos con el cargo de Intendente Municipal.
Los intendentes que más tiempo permanecieron en sus cargos fueron Juan Bruno Tavano durante 8 años, Felipe Castro durante 7 años y 10 meses, Manuel Castro durante 5 años y 10 meses, y Eduardo Alberto Duhalde durante 3 años y medio.
En el otro extremo, es decir quienes menos tiempo mantuvieron sus funciones, están Horacio Martijena que estuvo menos de 5 horas en 1943, Antonio Torassa y Manuel Portela (1912), que estuvieron 3 y 4 días respectivamente.
El año más turbulento y que más intendentes pasaron por el ejecutivo lomense fue 1886 con la serie Francisco Portela (h), Francisco Meeks, Lisandro Méndez, Santos Lafuente, Jacinto Rosende, Abelardo Banante y José Benítez.
Un total de siete funcionarios de los cuales los tres primeros fueron presidentes de la Municipalidad, el cuarto interventor de la misma, los siguientes concejales y el último intendente municipal.
En cuatro oportunidades, los intendentes electos no pudieron asumir el cargo. En 1893, Sebastián Martínez no pudo hacerlo por estar intervenida la Municipalidad. En 1913, Luis Pereyra Lucena no asumió al reconocerse como legítima la elección de otra lista.
En 1950, Vicente Longhi murió antes de asumir y, en 1962, se anularon las elecciones en las que había triunfado Rodolfo Illescas. En cuanto a las fuerzas políticas que más gobernaron en Lomas de Zamora están repartidas entre los Conservadores y el Justicialismo.
La rareza fue que un centenario partido como la Unión Cívica Radical nunca pudo gobernar el partido, salvo el corto período que tuvo la Alianza en el período 1999-2002 el intendente Edgardo Di Dío, donde la UCR integró esa coalición gobernante.
Según el investigador histórico lomense Norberto Candaosa, recopilado en “Noticias de Lomas de Zamora”, “en total 115 intendentes no ocuparon el cargo por elección popular primaria, sino como consecuencia de intervenciones, renuncias o muerte”.
Sin mencionar la extensa lista de jefes comunales, integrada por 126 personas, se puede destacar que el primer Presidente de la Municipalidad fue Francisco Portela en 1862. Con la reforma y el nuevo estatus institucional, el primer intendente municipal fue Francisco Meeks, en 1886.
Otro dato para resaltar en la historia local es que Eduardo Duhalde fue intendente en dos oportunidades, alteradas en el medio por el golpe militar de 1976: la primera gestión fue en 1974, interrumpida por la asonada del 24 de marzo de 1976.
El segundo mandato fue cuando se recuperó la democracia en 1983, cargo que ocupó en nuestro distrito hasta 1987.
En tiempos democráticos, al importante rol institucional de la Municipalidad se suma el trabajo legislativo del Concejo Deliberante. En sus primeras épocas, funcionaba en la esquina de Boedo y Manuel Castro.
Era en la década del ‘30, cuando la vieja Municipalidad ya se iba a demoler para dejar paso al nuevo Palacio Blanco. Era aquel un Concejo formado por buenos vecinos, cuya principal preocupación consistía en servir el interés de la comunidad sin que la pasión por la política interfiriera en los debates.
Se iba a hacer obra y sus desvelos sólo recibían por recompensa una medalla que los acreditaba como representantes del pueblo y el otorgamiento de una patente a quien poseía un coche, que entonces eran muy pocos.
El Tiro Federal, una institución que “suena” en nuestro acervo cultural
Fur escenario de Juegos Panamericanos y Torneos Mundiales de la especialidad. La sociedad fue fundada el 7 de junio de 1935 con un acta que se firmó en la Municipalidad de Lomas.

Por SERGIO LAPEGÜE
En nuestro contacto de hoy, queridos amigos de “La Unión”, me referiré a una antigua y prestigiosa institución de nuestra comunidad: el Tiro Federal de Lomas de Zamora.
Más allá de repasar sus orígenes, quiénes fueron sus principales figuras deportivas, también señalaré que fue escenario de Juegos Panamericanos y Torneos Mundiales de la especialidad.
Los primeros disparos en un polígono de tiro en Lomas se escucharon el siglo XIX. Corría el año 1896 y en esa fecha soldados contratados o “enganchados” que integraban el viejo “Ejército de Línea”, juntamente con los jóvenes en edad militar, constituían la “Guardia Nacional” y construyeron, con el esfuerzo que en esa época significaba, un espaldón de tiro a 500 metros para sus prácticas, lugar donde posteriormente se creara el Tiro Federal de Lomas de Zamora, que por tal motivo fue bautizado como “Polígono Guardia Nacional”.
Por ley del 12 de marzo y decreto del 17 de marzo de 1852 se establece la disolución de todos los regimientos de la ciudad y campaña y se formaba en su lugar las Guardias Nacionales, designando para su organización y jefatura al coronel Manuel Roxas.
Unos meses después, Justo José de Urquiza los suspende pero se vuelven a formar tras la revolución del 11 de setiembre de 1852.
En los pueblos de campaña donde hubiere compañías de Guardia Nacional de Infantería cada una de ellas tendría una escuadra de ocho soldados, 2 cabos y un sargento en línea, todo esto con el fin de brindar instrucción a las plazas milicianas.
En 1861 Lomas de Zamora formó un partido propio conservando su compañía de GN de caballería, desprendida del escuadrón Barracas al Sud, que unida a otra nueva formó el escuadrón de Lomas de Zamora en 1896.
Este llegó a tener bandera propia y hoy está en el Museo Americanista de la Municipalidad. La misma fue donada por Juan Champalenne y es en honor a esa Guardia Nacional que el Tiro Federal se llama Polígono de la Guardia Nacional.
Hacia fi nes del siglo XIX y ante un inminente conflicto limítrofe con Chile se utilizó el polígono con fines de adiestramiento en tiro, no solo al personal militar y la Guardia Nacional, sino también a los ciudadanos lomenses y de otros distritos. Los vecinos formaron el Batallón Lomas de Zamora de la Guardia Nacional.
Esta organización militar se sustenta en el concepto francés del ciudadano-soldado, que sin abandonar su forma de vida civil recibe instrucción militar, convocándosele al servicio activo cuando es necesario.
Ya a principios del siglo XX, ya alejada la posibilidad de un confl icto con Chile e instalado en Campo de Mayo, los acantonamientos de Santa Catalina fueron abandonados al igual que el polígono.
Durante años los vecinos, amantes del tiro, se unieron y pidieron el uso del polígono. No tuvieron éxito y mantenían la actividad practicando en un pequeño polígono ubicado en Laprida, entre España e Italia, hoy pleno centro comercial de la ciudad.
Esa misma comisión de vecinos no detuvo su trabajo y construyó otro polígono más amplio en la avenida Santa Fe, entre Sáenz y Portela, frente al actual estadio de Los Andes, que funcionó hasta mediados de 1915.
En 1935, finalmente, tuvieron éxito las gestiones que comenzaron José Mordasini, el intendente Leopoldo Pereyra, el general Pablo Ricchieri, el doctor Oscar Amero, el ingeniero Alfredo Orfila y Andrés Cummins.
Así fue como el 7 de junio de ese año firmaron en la Municipalidad el acta de fundación de la Sociedad Tiro Federal de Lomas de Zamora.
El 31 de diciembre de 1935 se firmó la escritura pública por la que la Universidad Nacional de La Plata cedió en uso gratuito diez hectáreas que actualmente ocupa la institución sobre la avenida Juan XXIII.
Las obras duraron hasta el año 1938 y el 14 de mayo comenzó a funcionar el Tiro Federal de Lomas. En la ceremonia de inauguración hizo el disparo inicial el general Adolfo Arana.
Las obras fueron bendecidas por quien fuera socio fundador y luego obispo de Lomas de Zamora, el padre Alejandro Schell. Con el paso de los años, la institución fue creciendo en su masa societaria, ganando prestigio nacional e internacional.
Hoy en día un grupo de coleccionistas de uniformes militares y armas antiguas, agrupados en el Tiro Federal local, realizan muestras, exposiciones y desfiles por todo el país.
Sus recreaciones históricas son muy valoradas y solicitadas, especialmente en fechas patrias. En las distintas categorías deportivas de tiro, tanto en competencias panamericanas, olímpicas y torneos internacionales, se destacaron en su historia Andrés Cummins, Laurean o Oliver, Alberto Sa bín Paz, Douglas Maddoks, Ernesto Beheran, Juan Sampredro, Fulvio Rochi, Carlos Casale, Carmelo Palaggi y Agustín Aramburú (h). En la categoría damas también hubo destacadas representantes como Zulema Medina, Laura Fasciolo y Ana Ester Stasi.
En fin, amigos, el Tiro Federal atesora una riquísima historia social y deportiva que es orgullo de Lomas, sin olvidar su lema originario: “Defender a la Patria”.

Por SERGIO LAPEGÜE
En nuestro contacto de hoy, queridos amigos de “La Unión”, me referiré a una antigua y prestigiosa institución de nuestra comunidad: el Tiro Federal de Lomas de Zamora.
Más allá de repasar sus orígenes, quiénes fueron sus principales figuras deportivas, también señalaré que fue escenario de Juegos Panamericanos y Torneos Mundiales de la especialidad.
Los primeros disparos en un polígono de tiro en Lomas se escucharon el siglo XIX. Corría el año 1896 y en esa fecha soldados contratados o “enganchados” que integraban el viejo “Ejército de Línea”, juntamente con los jóvenes en edad militar, constituían la “Guardia Nacional” y construyeron, con el esfuerzo que en esa época significaba, un espaldón de tiro a 500 metros para sus prácticas, lugar donde posteriormente se creara el Tiro Federal de Lomas de Zamora, que por tal motivo fue bautizado como “Polígono Guardia Nacional”.
Por ley del 12 de marzo y decreto del 17 de marzo de 1852 se establece la disolución de todos los regimientos de la ciudad y campaña y se formaba en su lugar las Guardias Nacionales, designando para su organización y jefatura al coronel Manuel Roxas.
Unos meses después, Justo José de Urquiza los suspende pero se vuelven a formar tras la revolución del 11 de setiembre de 1852.
En los pueblos de campaña donde hubiere compañías de Guardia Nacional de Infantería cada una de ellas tendría una escuadra de ocho soldados, 2 cabos y un sargento en línea, todo esto con el fin de brindar instrucción a las plazas milicianas.
En 1861 Lomas de Zamora formó un partido propio conservando su compañía de GN de caballería, desprendida del escuadrón Barracas al Sud, que unida a otra nueva formó el escuadrón de Lomas de Zamora en 1896.
Este llegó a tener bandera propia y hoy está en el Museo Americanista de la Municipalidad. La misma fue donada por Juan Champalenne y es en honor a esa Guardia Nacional que el Tiro Federal se llama Polígono de la Guardia Nacional.
Hacia fi nes del siglo XIX y ante un inminente conflicto limítrofe con Chile se utilizó el polígono con fines de adiestramiento en tiro, no solo al personal militar y la Guardia Nacional, sino también a los ciudadanos lomenses y de otros distritos. Los vecinos formaron el Batallón Lomas de Zamora de la Guardia Nacional.
Esta organización militar se sustenta en el concepto francés del ciudadano-soldado, que sin abandonar su forma de vida civil recibe instrucción militar, convocándosele al servicio activo cuando es necesario.
Ya a principios del siglo XX, ya alejada la posibilidad de un confl icto con Chile e instalado en Campo de Mayo, los acantonamientos de Santa Catalina fueron abandonados al igual que el polígono.
Durante años los vecinos, amantes del tiro, se unieron y pidieron el uso del polígono. No tuvieron éxito y mantenían la actividad practicando en un pequeño polígono ubicado en Laprida, entre España e Italia, hoy pleno centro comercial de la ciudad.
Esa misma comisión de vecinos no detuvo su trabajo y construyó otro polígono más amplio en la avenida Santa Fe, entre Sáenz y Portela, frente al actual estadio de Los Andes, que funcionó hasta mediados de 1915.
En 1935, finalmente, tuvieron éxito las gestiones que comenzaron José Mordasini, el intendente Leopoldo Pereyra, el general Pablo Ricchieri, el doctor Oscar Amero, el ingeniero Alfredo Orfila y Andrés Cummins.
Así fue como el 7 de junio de ese año firmaron en la Municipalidad el acta de fundación de la Sociedad Tiro Federal de Lomas de Zamora.
El 31 de diciembre de 1935 se firmó la escritura pública por la que la Universidad Nacional de La Plata cedió en uso gratuito diez hectáreas que actualmente ocupa la institución sobre la avenida Juan XXIII.
Las obras duraron hasta el año 1938 y el 14 de mayo comenzó a funcionar el Tiro Federal de Lomas. En la ceremonia de inauguración hizo el disparo inicial el general Adolfo Arana.
Las obras fueron bendecidas por quien fuera socio fundador y luego obispo de Lomas de Zamora, el padre Alejandro Schell. Con el paso de los años, la institución fue creciendo en su masa societaria, ganando prestigio nacional e internacional.
Hoy en día un grupo de coleccionistas de uniformes militares y armas antiguas, agrupados en el Tiro Federal local, realizan muestras, exposiciones y desfiles por todo el país.
Sus recreaciones históricas son muy valoradas y solicitadas, especialmente en fechas patrias. En las distintas categorías deportivas de tiro, tanto en competencias panamericanas, olímpicas y torneos internacionales, se destacaron en su historia Andrés Cummins, Laurean o Oliver, Alberto Sa bín Paz, Douglas Maddoks, Ernesto Beheran, Juan Sampredro, Fulvio Rochi, Carlos Casale, Carmelo Palaggi y Agustín Aramburú (h). En la categoría damas también hubo destacadas representantes como Zulema Medina, Laura Fasciolo y Ana Ester Stasi.
En fin, amigos, el Tiro Federal atesora una riquísima historia social y deportiva que es orgullo de Lomas, sin olvidar su lema originario: “Defender a la Patria”.
Don Florencio Sánchez, otro vecino ilustre de Banfield
El fundador del teatro rioplatense y autor de relevancia en Latinoamérica vivió en una casona hoy desaparecida, que compró gracias a la venta afortunada de ”Barranca abajo”.
Por SERGIO LAPEGÜE
Hace pocas semanas, repasamos la vinculación de Julio Cortázar con Banfield, barrio donde vivió buena parte de su infancia.
Hoy recordaremos el paso de otro gran escritor, fundador del teatro rioplatense y autor de relevancia de la escena latinoamericana: don Florencio Sánchez.
También esta re c o – nocida personalidad de la cultura vivió en Banfield, en una amplia casona hoy desaparecida. Nació en Montevideo en 1875, en una familia humilde.
Ya de chico mostró una personalidad inquieta, sensible por la cultura popular. En su juventud se sumó al Centro Internacional de Estudios Sociales y creó su primera obra de teatro, “Puertas Adentro”, en 1897.
Compartió esta faceta con el periodismo y se destacó como cronista en varias publicaciones uruguayas. Decidió “cruzar el charco” y vivió fugazmente en Entre Ríos, Rosario hasta llegar a Buenos Aires.
En la Argentina escribió la mayor parte de sus obras, estrenadas sobre todo por la compañía de los hermanos Podestá. Consiguió llevar a escena una veintena de piezas en un breve lapso de seis años, desde 1903, en que estrenó la inolvidable “M’hijo el dotor”, hasta 1909, con la última de ellas, “Un buen negocio”.
La incipiente tradición escénica local y las corrientes teatrales europeas le dieron los fundamentos de su fuerte realismo, congruente con su postura ideológica y su gran capacidad de observación.
Se propuso llevar a la escena un panorama de la realidad rioplatense en el que se visualizara la problemática social y sus derivaciones éticas. El resultado de sus planteos fue amplio y matizado.
Abarcó desde el submundo del hampa “La tigra y Moneda Falsa” (1907), hasta las clases altas “Nuestros hijos y los derechos de la salud (1907); desde la realidad rural “El desalojo” (1906), hasta la urbana, en algunas de sus mejores piezas como “En familia y Los muertos” (1905).
Se enamoró de una chica entrerriana, Catalina Raventós, a quien llamaban “Catita”. Decidió ponerse de novio, pero los padres de ella se oponían por el inestable y mal remunerado oficio de periodista del pretendiente.
Es recordado el argumento que utilizó el joven Florencio ante esa familia: “Por el momento, no dispongo de lo necesario para mantener un hogar, pero nos casaremos cuando sea célebre”. Y no se equivocó.
En 1903 escribió y estrenó su mayor éxito, “M’hijo el dotor”. El 25 de setiembre de ese año se casó con Catalina y sus padrinos de boda fueron José Ingenieros y Joaquín de Vedia.
Gracias a la venta afortunada del manuscrito de “Barranca abajo”, Sánchez compró la casa en Banfield, la que compartió con su esposa y con su prima Isabel y con su hermano menor Alberto “el Gurí”, quien con el tiempo será igualmente dramaturgo y sainetista y se casara con una hermana de Catita.
La casona de Banfield tenía un gran parque y muchos animales silvestres, entre otros, una calandria y una garza amaestrada. En el teatro de Sánchez hay una intuición de la psicología del ambiente, del lenguaje y el ritmo teatral.
Sus sainetes trajeron elementos nuevos: disminuyeron el elemento folclórico y acentuaron la humanidad de los personajes humildes en la lucha por la vida.
Una de las obras que marcaron el inicio de su éxito en la Argentina fue “El canillita” (1903), cuyo protagonista era un joven vendedor de diarios.
Al popularizarse la obra, este fue el apodo que tomo el oficio de los jóvenes que voceaban y vendían los periódicos. Obviamente, Sánchez no pudo mantener el ritmo tan acelerado de los últimos años y, fatigado y enfermo, se refugió en la estancia de su primo Joaquín Sánchez para descansar.
Desde allí envía la carta a Scarzolo sobre su dolencia de corazón que pronto puede hacerle “crepar”, aunque esa no fue la enfermedad que lo llevaría muy joven a la tumba. Florencio, en 1909, puedo realizar su sueño de un viaje a Europa.
Es conocido el afán de los autores latinoamericanos y sobre todo los rioplatenses de la generación del 80, por conocer el Viejo Continente.
Para un dramaturgo como Sánchez, los nuevos escenarios además le permitirían encontrar nuevos temas y ambientes para su teatro.
Después de vivir sin mucho dinero en ciudades italianas y francesas, enfermo de tuberculosis, murió a las 3 de la madrugada del 7 de noviembre de 1910 en el Hospital de Caridad Fate Bene Fratelli de Milán, donde había estado internado cinco días antes por una bronquitis en el pulmón izquierdo.
El 21 de enero de 1921 sus restos mortales llegaron a Montevideo y fueron llevados al Panteón Nacional. Pero lo dicho, don Florencio Sánchez, padre del teatro Rioplatense, dejó su marca en Lomas de Zamora.
Por SERGIO LAPEGÜE
Hace pocas semanas, repasamos la vinculación de Julio Cortázar con Banfield, barrio donde vivió buena parte de su infancia.
Hoy recordaremos el paso de otro gran escritor, fundador del teatro rioplatense y autor de relevancia de la escena latinoamericana: don Florencio Sánchez.
También esta re c o – nocida personalidad de la cultura vivió en Banfield, en una amplia casona hoy desaparecida. Nació en Montevideo en 1875, en una familia humilde.
Ya de chico mostró una personalidad inquieta, sensible por la cultura popular. En su juventud se sumó al Centro Internacional de Estudios Sociales y creó su primera obra de teatro, “Puertas Adentro”, en 1897.
Compartió esta faceta con el periodismo y se destacó como cronista en varias publicaciones uruguayas. Decidió “cruzar el charco” y vivió fugazmente en Entre Ríos, Rosario hasta llegar a Buenos Aires.
En la Argentina escribió la mayor parte de sus obras, estrenadas sobre todo por la compañía de los hermanos Podestá. Consiguió llevar a escena una veintena de piezas en un breve lapso de seis años, desde 1903, en que estrenó la inolvidable “M’hijo el dotor”, hasta 1909, con la última de ellas, “Un buen negocio”.
La incipiente tradición escénica local y las corrientes teatrales europeas le dieron los fundamentos de su fuerte realismo, congruente con su postura ideológica y su gran capacidad de observación.
Se propuso llevar a la escena un panorama de la realidad rioplatense en el que se visualizara la problemática social y sus derivaciones éticas. El resultado de sus planteos fue amplio y matizado.
Abarcó desde el submundo del hampa “La tigra y Moneda Falsa” (1907), hasta las clases altas “Nuestros hijos y los derechos de la salud (1907); desde la realidad rural “El desalojo” (1906), hasta la urbana, en algunas de sus mejores piezas como “En familia y Los muertos” (1905).
Se enamoró de una chica entrerriana, Catalina Raventós, a quien llamaban “Catita”. Decidió ponerse de novio, pero los padres de ella se oponían por el inestable y mal remunerado oficio de periodista del pretendiente.
Es recordado el argumento que utilizó el joven Florencio ante esa familia: “Por el momento, no dispongo de lo necesario para mantener un hogar, pero nos casaremos cuando sea célebre”. Y no se equivocó.
En 1903 escribió y estrenó su mayor éxito, “M’hijo el dotor”. El 25 de setiembre de ese año se casó con Catalina y sus padrinos de boda fueron José Ingenieros y Joaquín de Vedia.
Gracias a la venta afortunada del manuscrito de “Barranca abajo”, Sánchez compró la casa en Banfield, la que compartió con su esposa y con su prima Isabel y con su hermano menor Alberto “el Gurí”, quien con el tiempo será igualmente dramaturgo y sainetista y se casara con una hermana de Catita.
La casona de Banfield tenía un gran parque y muchos animales silvestres, entre otros, una calandria y una garza amaestrada. En el teatro de Sánchez hay una intuición de la psicología del ambiente, del lenguaje y el ritmo teatral.
Sus sainetes trajeron elementos nuevos: disminuyeron el elemento folclórico y acentuaron la humanidad de los personajes humildes en la lucha por la vida.
Una de las obras que marcaron el inicio de su éxito en la Argentina fue “El canillita” (1903), cuyo protagonista era un joven vendedor de diarios.
Al popularizarse la obra, este fue el apodo que tomo el oficio de los jóvenes que voceaban y vendían los periódicos. Obviamente, Sánchez no pudo mantener el ritmo tan acelerado de los últimos años y, fatigado y enfermo, se refugió en la estancia de su primo Joaquín Sánchez para descansar.
Desde allí envía la carta a Scarzolo sobre su dolencia de corazón que pronto puede hacerle “crepar”, aunque esa no fue la enfermedad que lo llevaría muy joven a la tumba. Florencio, en 1909, puedo realizar su sueño de un viaje a Europa.
Es conocido el afán de los autores latinoamericanos y sobre todo los rioplatenses de la generación del 80, por conocer el Viejo Continente.
Para un dramaturgo como Sánchez, los nuevos escenarios además le permitirían encontrar nuevos temas y ambientes para su teatro.
Después de vivir sin mucho dinero en ciudades italianas y francesas, enfermo de tuberculosis, murió a las 3 de la madrugada del 7 de noviembre de 1910 en el Hospital de Caridad Fate Bene Fratelli de Milán, donde había estado internado cinco días antes por una bronquitis en el pulmón izquierdo.
El 21 de enero de 1921 sus restos mortales llegaron a Montevideo y fueron llevados al Panteón Nacional. Pero lo dicho, don Florencio Sánchez, padre del teatro Rioplatense, dejó su marca en Lomas de Zamora.
Las cuatro visitas que hizo Eva Perón a Lomas de Zamora
Recorrió el Distrito para la inauguración de la Escuela Normal de Banfield y encabezó un acto de extensión del agua. También vino de sorpresa a Temperley, y a la reanudación del tranvía.

Por Sergio Lapegüe
En varias oportunidades, a través de este contacto semanal en las páginas de La Unión, compartimos hechos históricos, anécdotas más o menos conocidas de Lomas de Zamora, donde hombres y mujeres tuvieron incidencia destacada.
Por cierto que muchas de esas menciones estuvieron relacionadas directamente con vecinos notables, personas que dejaron su marca en nuestra comunidad.
En este caso no se trata precisamente de alguien que haya vivido en Lomas, pero sí de alguien muy importante, una mujer que marcó una época trascendente de la Argentina y que seguramente fue la más conocida en el exterior.
Pero como esta columna está dedicada a reflejar hechos importantes ocurridos en Lomas, hoy nos ocupamos de las cuatro visitas que una personalidad destacadísima de la política nacional hizo a esta ciudad: María Eva Duarte de Perón.
Fueron cuatro pasos que dio “la abanderada de los humildes” y a los que ya nos referiremos, pero antes vamos a repasar datos biográficos de Evita.
El nombre de Eva fue cambiando con el tiempo. Su nombre de bautismo fue Eva María Ibarguren como surge del acta parroquial.
Sin embargo desde niña fue conocida como Eva María Duarte y así fue inscripta en la escuela de Junín. Una vez en Buenos Aires, Eva adoptó el nombre artístico de Eva Durante que cambiaba con el de Eva Duarte.
Al contraer matrimonio con Juan Domingo Perón en 1945 su nombre legal fue establecido como María Eva Duarte de Perón. Después de que Perón fuera elegido presidente, tomó el nombre de Eva Perón, tal como fue denominada su fundación. Finalmente, a partir de 1946, aproximadamente, el pueblo comenzó a llamarla Evita.
Con respecto a su nombre, ella misma dice en “La razón de mi vida”: “Cuando elegí ser Evita, sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie, sino el pueblo me llama Evita. Solamente aprendieron a llamarme así los descamisados.
Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme Señora, y algunos incluso me dicen públ icament e Excelentísima o Dignísima señora, y aun a veces Señora Presidenta.
Ellos no ven en mí más que a Eva Perón. Los descamisados, en cambio, no me conocen, sino como Evita”. Bien, ya como Primera Dama, Evita visitó Lomas de Zamora en cuatro ocasiones.
En 1948, estuvo al frente de la inauguración de la Escuela Normal de Banfield, el edificio que ocupa una manzana en Manuel Castro, Monteagudo, Las Heras y Azara.
Unos meses más tarde, volvió a nuestro barrio para encabezar un acto mediante el cual se habilitó una extensión de las redes de agua corriente en el barrio Laprida.
En parte de su recordado discurso del 26 de junio de 1948, Evita señaló: “Mis queridos descamisados de Lomas de Zamora, con profunda emoción vengo por segunda vez a esta simpática ciudad, trayéndoles una obra del Plan Quinquenal por la cual brega tanto nuestro querido Presidente, el General Perón.
Esta obra que hoy se inicia debía haber estado realizada hace ya 50 años. Pero el General Perón, que está en la Casa de Gobierno trabajando y luchando, va poco a poco realizando todo lo que el pueblo argentino necesita, no solo en lo material sino también en los moral y espiritual”.
Otra visita, que no fue comunicada a los medios de comunicación de entonces ni a los vecinos, obviamente, fue para realizar una gestión política. Evita fue traída por su chofer, sin custodia, a la estación de trenes de Temperley.
Por esos días, los trabajadores ferroviarios estaban en un conflicto gremial por reivindicaciones salariales y proyectaban una huelga contra el Gobierno de Perón.
La sorpresa de los delegados gremiales y trabajadores fue mayúscula cuando Evita se presentó ante una asamblea y comenzó a cuestionar los reclamos con un encendido discurso en el andén número 4 de la estación.
La cuarta y última visita de Eva a Lomas ocurrió por un pedido de su colaborador y ex diputado nacional, vecino lomense, Adolfo Bianchi Silvestre.
Evita llegó a Banfield, al cruce de la calle Vieytes y las vías del Ferrocarril Roca, para asistir a la esperada reanudación del servicio de Tranvía de Francisco Siritto, cuyo recorrido llegaba desde ahí hasta las alejadas localidades de Villa Fiorito e Ingeniero Budge.
Seguramente habrá muchos vecinos que recuerdan estas visitas o algunas de ellas porque eran chicos o jóvenes en aquella época. Habrán simpatizado o no con el peronismo, pero lo que es cierto es que la presencia de Evita por Lomas no pasó desapercibida.

Por Sergio Lapegüe
En varias oportunidades, a través de este contacto semanal en las páginas de La Unión, compartimos hechos históricos, anécdotas más o menos conocidas de Lomas de Zamora, donde hombres y mujeres tuvieron incidencia destacada.
Por cierto que muchas de esas menciones estuvieron relacionadas directamente con vecinos notables, personas que dejaron su marca en nuestra comunidad.
En este caso no se trata precisamente de alguien que haya vivido en Lomas, pero sí de alguien muy importante, una mujer que marcó una época trascendente de la Argentina y que seguramente fue la más conocida en el exterior.
Pero como esta columna está dedicada a reflejar hechos importantes ocurridos en Lomas, hoy nos ocupamos de las cuatro visitas que una personalidad destacadísima de la política nacional hizo a esta ciudad: María Eva Duarte de Perón.
Fueron cuatro pasos que dio “la abanderada de los humildes” y a los que ya nos referiremos, pero antes vamos a repasar datos biográficos de Evita.
El nombre de Eva fue cambiando con el tiempo. Su nombre de bautismo fue Eva María Ibarguren como surge del acta parroquial.
Sin embargo desde niña fue conocida como Eva María Duarte y así fue inscripta en la escuela de Junín. Una vez en Buenos Aires, Eva adoptó el nombre artístico de Eva Durante que cambiaba con el de Eva Duarte.
Al contraer matrimonio con Juan Domingo Perón en 1945 su nombre legal fue establecido como María Eva Duarte de Perón. Después de que Perón fuera elegido presidente, tomó el nombre de Eva Perón, tal como fue denominada su fundación. Finalmente, a partir de 1946, aproximadamente, el pueblo comenzó a llamarla Evita.
Con respecto a su nombre, ella misma dice en “La razón de mi vida”: “Cuando elegí ser Evita, sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie, sino el pueblo me llama Evita. Solamente aprendieron a llamarme así los descamisados.
Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme Señora, y algunos incluso me dicen públ icament e Excelentísima o Dignísima señora, y aun a veces Señora Presidenta.
Ellos no ven en mí más que a Eva Perón. Los descamisados, en cambio, no me conocen, sino como Evita”. Bien, ya como Primera Dama, Evita visitó Lomas de Zamora en cuatro ocasiones.
En 1948, estuvo al frente de la inauguración de la Escuela Normal de Banfield, el edificio que ocupa una manzana en Manuel Castro, Monteagudo, Las Heras y Azara.
Unos meses más tarde, volvió a nuestro barrio para encabezar un acto mediante el cual se habilitó una extensión de las redes de agua corriente en el barrio Laprida.
En parte de su recordado discurso del 26 de junio de 1948, Evita señaló: “Mis queridos descamisados de Lomas de Zamora, con profunda emoción vengo por segunda vez a esta simpática ciudad, trayéndoles una obra del Plan Quinquenal por la cual brega tanto nuestro querido Presidente, el General Perón.
Esta obra que hoy se inicia debía haber estado realizada hace ya 50 años. Pero el General Perón, que está en la Casa de Gobierno trabajando y luchando, va poco a poco realizando todo lo que el pueblo argentino necesita, no solo en lo material sino también en los moral y espiritual”.
Otra visita, que no fue comunicada a los medios de comunicación de entonces ni a los vecinos, obviamente, fue para realizar una gestión política. Evita fue traída por su chofer, sin custodia, a la estación de trenes de Temperley.
Por esos días, los trabajadores ferroviarios estaban en un conflicto gremial por reivindicaciones salariales y proyectaban una huelga contra el Gobierno de Perón.
La sorpresa de los delegados gremiales y trabajadores fue mayúscula cuando Evita se presentó ante una asamblea y comenzó a cuestionar los reclamos con un encendido discurso en el andén número 4 de la estación.
La cuarta y última visita de Eva a Lomas ocurrió por un pedido de su colaborador y ex diputado nacional, vecino lomense, Adolfo Bianchi Silvestre.
Evita llegó a Banfield, al cruce de la calle Vieytes y las vías del Ferrocarril Roca, para asistir a la esperada reanudación del servicio de Tranvía de Francisco Siritto, cuyo recorrido llegaba desde ahí hasta las alejadas localidades de Villa Fiorito e Ingeniero Budge.
Seguramente habrá muchos vecinos que recuerdan estas visitas o algunas de ellas porque eran chicos o jóvenes en aquella época. Habrán simpatizado o no con el peronismo, pero lo que es cierto es que la presencia de Evita por Lomas no pasó desapercibida.
El gran Julio Cortázar, ciudadano del mundo y de Lomas de Zamora
Si bien nació en Bélgica y vivió varios años en Europa, el autor de ”Rayuela” pasó su infancia y adolescencia en Banfield. Sus recuerdos se plasmaron en ”Los venenos” y ”Deshoras”.

Por Sergio Lapegüe
Nació en Bélgica, pero vivió su infancia en Banfield. Se lo considera uno de los escritores más innovadores y originales de su época. Maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general.
Inauguró una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica, rompiendo moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren autonomía y profundidad psicológica.
Su obra transitó mágicamente la frontera entre lo real y lo fantástico. Bien, amigos de La Unión, hoy nuestra crónica semanal está dedicada al genial Julio Florencio Cortázar, orgullo de las letras argentinas que en su mundana vida fue vecino de Lomas.
Cortázar nació en Ixelles, distrito de la capital belga Bruselas, el 26 de agosto de 1914. Hijo del diplomático argentino Julio José Cortázar y María Herminia Descotte. Su padre trabajaba entonces en la Embajada Argentina como agregado comercial.
Hacia fines de la Primera Guerra Mundial, la familia pudo pasar a Suiza gracias a la nacionalidad alemana de la abuela materna de Julio. De allí poco después se mudaron a Barcelona, donde vivieron un año y medio. Cuando el pequeño Julio cumplió 4 años, los Cortázar regresaron a la Argentina.
Entonces, a partir de 1918, Julio pasó su infancia hasta la adolescencia en Banfield. Eligieron un barrio parque, con casas amplias y con mucho terreno, tal cual se estaba formando la zona cercana a la estación ferroviaria. La casa estaba ubicada en Rodríguez Peña 585, entre San Martín y Azara.
Con los años, en la esquina de San Martín y Rodríguez Peña, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) hizo colocar un cartel para indicar la proximidad a la casa en la que vivió Cortázar.
Esto ocurrió porque el actual dueño de la propiedad quería resguardar su privacidad y seguridad ante la segura peregrinación de curiosos y admiradores del escritor. Un dato curioso fue que otro vecino de la cuadra, al enterarse de esto, quiso aprovechar la referencia histórica para ofrecer su casa como el lugar donde vivió Cortázar.
Sin embargo, había demasiados datos para demostrar lo contrario. Su descargo ante las autoridades fue que había comprado la propiedad a un mayor precio pensando que esa era la casa del autor de “Rayuela”. Evidentemente fue engañado en su buena fe o, simplemente, era un avivado.
Julio Cortázar cursó la primaria en la Escuela Provincial N° 10 en Maipú y Belgrano. El edificio luego fue trasladado a Talcahuano 278. Egresó en 1928 con un registro de Promociones que decía: edad, 14 años. Conducta: buena. Destacadas calificaciones en Lectura, Escritura e Idioma.
Excelentes notas en Aritmética y un 10 en Historia. En cambio, sus performances eran discretas en Dibujo, Manualidades y Educación Física. La última ubicación de la escuela fue en Pueyrredón 1840.
En 1997, los escritores y biógrafos de Cortázar (Juan Carlos Talbot, Julio Félix Royano y Luis Yunis), donaron al colegio la puerta de alambre tejido y bastidor de hierro que rescataron de la demolición de la casa familiar de Rodríguez Peña 585. Este patrimonio histórico se colocó en una pared de la Escuela N° 10.
Está en el hall principal, cerca del busto de Julio A. Roca. Justamente este es el prócer designado para nombrar al colegio, referente político de la generación de 1880, ligado al progreso del país para expandir la población a todo su territorio, con los años muy cuestionado por la Campaña del Desierto que acorraló a los indios del Sur.
Fueron muchas las referencias que el propio Cortázar se refirió a su mundana vida, particularmente a su infancia en Lomas. Junto a su madre María Herminia, una tía y su hermana Ofelia, vivió en la casa de Banfield. Esos recuerdos infantiles fueron relatados en “Los Venenos” y “Deshoras”.
En algunos párrafos dio a entender que no fue demasiado feliz. “Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente”, escribió en una carta dirigida a su amiga Graciela M. de Sola, el 4 de noviembre de 1963.
Otra mención a su infancia la dio a la revista mexicana Plural, en 1975: “Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás”.
Julio Cortázar fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, por lo que la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba lo que podía leer, convirtiéndose en la gran iniciadora de su camino de lector, primero, y de escritor después.
En la revista Siete Días, en diciembre de 1973, Cortázar reveló: “Mi madre dice que empecé a escribir a los ocho años, con una novela que guarda celosamente a pesar de mis desesperadas tentati- vas por quemarla”.
Pero nuestro barrio, Banfield, fue apenas una escala en su vida. Bélgica, Suiza, España y Francia completaron sus estadías.
París fue la ciudad donde mayor residencia tuvo, en la que se estableció a partir de 1951, en la que ambientó algunas de sus obras y donde murió el 12 de febrero de 1984.
Muchos de sus cuentos son autobiográficos, como Bestiario, Final de Juego, La Señorita Cora o Los Venenos. Justamente, esta última obra, es donde el genial autor reflejó trazos de su infancia en Lomas.

Por Sergio Lapegüe
Nació en Bélgica, pero vivió su infancia en Banfield. Se lo considera uno de los escritores más innovadores y originales de su época. Maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general.
Inauguró una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica, rompiendo moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren autonomía y profundidad psicológica.
Su obra transitó mágicamente la frontera entre lo real y lo fantástico. Bien, amigos de La Unión, hoy nuestra crónica semanal está dedicada al genial Julio Florencio Cortázar, orgullo de las letras argentinas que en su mundana vida fue vecino de Lomas.
Cortázar nació en Ixelles, distrito de la capital belga Bruselas, el 26 de agosto de 1914. Hijo del diplomático argentino Julio José Cortázar y María Herminia Descotte. Su padre trabajaba entonces en la Embajada Argentina como agregado comercial.
Hacia fines de la Primera Guerra Mundial, la familia pudo pasar a Suiza gracias a la nacionalidad alemana de la abuela materna de Julio. De allí poco después se mudaron a Barcelona, donde vivieron un año y medio. Cuando el pequeño Julio cumplió 4 años, los Cortázar regresaron a la Argentina.
Entonces, a partir de 1918, Julio pasó su infancia hasta la adolescencia en Banfield. Eligieron un barrio parque, con casas amplias y con mucho terreno, tal cual se estaba formando la zona cercana a la estación ferroviaria. La casa estaba ubicada en Rodríguez Peña 585, entre San Martín y Azara.
Con los años, en la esquina de San Martín y Rodríguez Peña, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) hizo colocar un cartel para indicar la proximidad a la casa en la que vivió Cortázar.
Esto ocurrió porque el actual dueño de la propiedad quería resguardar su privacidad y seguridad ante la segura peregrinación de curiosos y admiradores del escritor. Un dato curioso fue que otro vecino de la cuadra, al enterarse de esto, quiso aprovechar la referencia histórica para ofrecer su casa como el lugar donde vivió Cortázar.
Sin embargo, había demasiados datos para demostrar lo contrario. Su descargo ante las autoridades fue que había comprado la propiedad a un mayor precio pensando que esa era la casa del autor de “Rayuela”. Evidentemente fue engañado en su buena fe o, simplemente, era un avivado.
Julio Cortázar cursó la primaria en la Escuela Provincial N° 10 en Maipú y Belgrano. El edificio luego fue trasladado a Talcahuano 278. Egresó en 1928 con un registro de Promociones que decía: edad, 14 años. Conducta: buena. Destacadas calificaciones en Lectura, Escritura e Idioma.
Excelentes notas en Aritmética y un 10 en Historia. En cambio, sus performances eran discretas en Dibujo, Manualidades y Educación Física. La última ubicación de la escuela fue en Pueyrredón 1840.
En 1997, los escritores y biógrafos de Cortázar (Juan Carlos Talbot, Julio Félix Royano y Luis Yunis), donaron al colegio la puerta de alambre tejido y bastidor de hierro que rescataron de la demolición de la casa familiar de Rodríguez Peña 585. Este patrimonio histórico se colocó en una pared de la Escuela N° 10.
Está en el hall principal, cerca del busto de Julio A. Roca. Justamente este es el prócer designado para nombrar al colegio, referente político de la generación de 1880, ligado al progreso del país para expandir la población a todo su territorio, con los años muy cuestionado por la Campaña del Desierto que acorraló a los indios del Sur.
Fueron muchas las referencias que el propio Cortázar se refirió a su mundana vida, particularmente a su infancia en Lomas. Junto a su madre María Herminia, una tía y su hermana Ofelia, vivió en la casa de Banfield. Esos recuerdos infantiles fueron relatados en “Los Venenos” y “Deshoras”.
En algunos párrafos dio a entender que no fue demasiado feliz. “Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente”, escribió en una carta dirigida a su amiga Graciela M. de Sola, el 4 de noviembre de 1963.
Otra mención a su infancia la dio a la revista mexicana Plural, en 1975: “Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás”.
Julio Cortázar fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, por lo que la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba lo que podía leer, convirtiéndose en la gran iniciadora de su camino de lector, primero, y de escritor después.
En la revista Siete Días, en diciembre de 1973, Cortázar reveló: “Mi madre dice que empecé a escribir a los ocho años, con una novela que guarda celosamente a pesar de mis desesperadas tentati- vas por quemarla”.
Pero nuestro barrio, Banfield, fue apenas una escala en su vida. Bélgica, Suiza, España y Francia completaron sus estadías.
París fue la ciudad donde mayor residencia tuvo, en la que se estableció a partir de 1951, en la que ambientó algunas de sus obras y donde murió el 12 de febrero de 1984.
Muchos de sus cuentos son autobiográficos, como Bestiario, Final de Juego, La Señorita Cora o Los Venenos. Justamente, esta última obra, es donde el genial autor reflejó trazos de su infancia en Lomas.
Villa Galicia, uno de los barrios de Lomas con mayor población
Según el Censo 2010, Lomas es uno de los municipios con más habitantes, después de La Matanza, La Plata y General Pueyrredón. Dentro del Partido, también hay zonas populosas.
Por SERGIO LAPEGÜE
De acuerdo al último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, Lomas de Zamora es el cuarto municipio más poblado de la Provincia de Buenos Aires, con 613.192 personas.
El primer lugar lo sigue ocupando La Matanza, con 1.772.130 vecinos; La Plata en segundo puesto, con 649.613, y en tercer término el municipio de General Pueyrredón (con la ciudad cabecera de Mar del Plata) con 614.350 vecinos.
Es decir, nuestro partido es uno de los más habitados del principal Estado nacional. Como es costumbre en nuestro espacio semanal, queridos amigos de La Unión, voy a recordar aspectos y datos históricos de cómo se fue formando nuestra “gran aldea” lomense.
Hoy me gustaría contarles el origen de uno de los barrios más populosos del Partido: Villa Galicia. Recién a partir de la primera década del siglo pasado, Villa Galicia se fue convirtiendo en un barrio, ya que originariamente fue apenas un caserío diseminado en pleno campo.
El gran impulso fue cuando se loteó la antigua cancha de golf que pertenecía a los inmigrantes británicos de la zona. Quienes se encargaron de esta tarea fueron los vecinos Juan Lugano y Francisco Amero, quienes ofrecieron los terrenos con amplias facilidades de pago.
El paisaje estaba salpicado por algunas amplias y arboladas quintas como las de Alejo Cabanne, conocido odontólogo de la época, que llegaba desde la calle Sarandí hasta Vicente López.
Hasta el año 1911 funcionó en Lomas Este, donde hoy es Villa Galicia, el hipódromo Lomas Jockey Club, que abarcaba un perímetro entre las calles Sarandí, Cerrito hasta Tercera Arenales (hoy Francisco Amero), general Hornos y la curva de la pista llegaba hasta Viamonte, para finalizar en Balcarce.
Ese año fue trasladado el hipódromo de Lomas a Longchamps y por un incendio, el destino final fue Temperley. En 1910, el recordado Año del Centenario, se realizó allí la celebración del 25 de Mayo con una gran fiesta.
Ese día participaron muchos alumnos de la Sociedad Sportivo Argentina, germen de una similar institución en Lomas. Entre sus impulsores estaban Pedro Tassi, Rufino Pastor, Carlos Pascali y Francisco Amero.
Más tarde se concretó este anhelo con la fundación del club Gimnasia y Esgrima de Lomas, que con los años se transformó en el Club de Pelota de Lomas, actualmente ubicado en la avenida Hipólito Yrigoyen, frente a la Plaza Grigera.
La calle Juncal atraviesa el corazón de Villa Galicia. Originariamente se mezclaban pajonales con las aguas de un arroyo cuyo cauce los chicos del lugar pescaban mojarritas.
En la esquina de lo que es hoy Juncal y Vicente López pasaba el tramo más ancho del curso de agua, que con el tiempo fue canalizado y entubado.
A medida que se fueron loteando y vendiendo los terrenos baldíos, los dueños fueron alambrando y colocando tranqueras para impedir el paso de intrusos.
Un estaqueadero de cueros para exportación dio el impulso para una incipiente industrialización de la zona, a la que había que resguardar de los cazadores furtivos que buscaban liebres y perdices.
Estas medidas dieron lugar a que se llamara “El Seguro” a ese sector y así se la conoció durante muchos años. Fue entonces un grupo de vecinos decidido a fundar una entidad que con el tiempo hizo historia en Villa Galicia, entre quienes estaban los señores Vago, Medana, Lugano, Amero, Gerardo Fernández, Albino Paisán, Andrés Sánchez, José Saavedra, Angel Marino, Andrés Calvi e Isidro Diyorio.
Porque la Sociedad de Fomento de Lomas Sud Este fundada el 14 de febrero de 1915 se levantó en Joaquín V. González 247 e hizo punta en esa barriada.
Fue fundamental para que poco a poco llegara los pasos de piedra, pavimentos, luz eléctrica, alcantarillas, veredas y todo lo que significara progreso.. Como dato anecdótico y muy pintoresco fue durante una visita histórica al país..
El presidente de Brasil, Manuel Ferráz de Campos Salles, llegó a Buenos Aires invitado por su colega argentino, general Julio A. Roca.
En uno de los banquetes que se sirvió para agasajarlo, uno de los platos fue condimentado con arvejas cosechadas en una quinta de Villa Galicia, ubicada por muchos años en Cerrito y Sarandí.
Otra historia curiosa y muy recordada del barrio fue el voraz incendio de la fábrica de jabón y grasa para exportación, que además tenía un enorme galpón para saladero de cueros.
Este hecho ocurrió en el verano de 1908 y las pérdidas de las instalaciones fueron totales, dejando sin trabajo a muchos obreros de Lomas. Sus dueños, Juan Lugano y Francisco Amero, lo cerraron definitivamente.
En fin, amigos, con estas pinceladas de la rica historia barrial, en este caso Villa Galicia, un lugar donde encontraron refugio en las primeras décadas del siglo pasado los inmigrantes españoles y también italianos.
Un barrio donde hoy viven, trabajan y estudian miles de lomenses, formando parte de esta realidad habitacional importante de la provincia. No se olviden, Lomas es el cuarto partido más poblado del Estado bonaerense.
Por SERGIO LAPEGÜE
De acuerdo al último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, Lomas de Zamora es el cuarto municipio más poblado de la Provincia de Buenos Aires, con 613.192 personas.
El primer lugar lo sigue ocupando La Matanza, con 1.772.130 vecinos; La Plata en segundo puesto, con 649.613, y en tercer término el municipio de General Pueyrredón (con la ciudad cabecera de Mar del Plata) con 614.350 vecinos.
Es decir, nuestro partido es uno de los más habitados del principal Estado nacional. Como es costumbre en nuestro espacio semanal, queridos amigos de La Unión, voy a recordar aspectos y datos históricos de cómo se fue formando nuestra “gran aldea” lomense.
Hoy me gustaría contarles el origen de uno de los barrios más populosos del Partido: Villa Galicia. Recién a partir de la primera década del siglo pasado, Villa Galicia se fue convirtiendo en un barrio, ya que originariamente fue apenas un caserío diseminado en pleno campo.
El gran impulso fue cuando se loteó la antigua cancha de golf que pertenecía a los inmigrantes británicos de la zona. Quienes se encargaron de esta tarea fueron los vecinos Juan Lugano y Francisco Amero, quienes ofrecieron los terrenos con amplias facilidades de pago.
El paisaje estaba salpicado por algunas amplias y arboladas quintas como las de Alejo Cabanne, conocido odontólogo de la época, que llegaba desde la calle Sarandí hasta Vicente López.
Hasta el año 1911 funcionó en Lomas Este, donde hoy es Villa Galicia, el hipódromo Lomas Jockey Club, que abarcaba un perímetro entre las calles Sarandí, Cerrito hasta Tercera Arenales (hoy Francisco Amero), general Hornos y la curva de la pista llegaba hasta Viamonte, para finalizar en Balcarce.
Ese año fue trasladado el hipódromo de Lomas a Longchamps y por un incendio, el destino final fue Temperley. En 1910, el recordado Año del Centenario, se realizó allí la celebración del 25 de Mayo con una gran fiesta.
Ese día participaron muchos alumnos de la Sociedad Sportivo Argentina, germen de una similar institución en Lomas. Entre sus impulsores estaban Pedro Tassi, Rufino Pastor, Carlos Pascali y Francisco Amero.
Más tarde se concretó este anhelo con la fundación del club Gimnasia y Esgrima de Lomas, que con los años se transformó en el Club de Pelota de Lomas, actualmente ubicado en la avenida Hipólito Yrigoyen, frente a la Plaza Grigera.
La calle Juncal atraviesa el corazón de Villa Galicia. Originariamente se mezclaban pajonales con las aguas de un arroyo cuyo cauce los chicos del lugar pescaban mojarritas.
En la esquina de lo que es hoy Juncal y Vicente López pasaba el tramo más ancho del curso de agua, que con el tiempo fue canalizado y entubado.
A medida que se fueron loteando y vendiendo los terrenos baldíos, los dueños fueron alambrando y colocando tranqueras para impedir el paso de intrusos.
Un estaqueadero de cueros para exportación dio el impulso para una incipiente industrialización de la zona, a la que había que resguardar de los cazadores furtivos que buscaban liebres y perdices.
Estas medidas dieron lugar a que se llamara “El Seguro” a ese sector y así se la conoció durante muchos años. Fue entonces un grupo de vecinos decidido a fundar una entidad que con el tiempo hizo historia en Villa Galicia, entre quienes estaban los señores Vago, Medana, Lugano, Amero, Gerardo Fernández, Albino Paisán, Andrés Sánchez, José Saavedra, Angel Marino, Andrés Calvi e Isidro Diyorio.
Porque la Sociedad de Fomento de Lomas Sud Este fundada el 14 de febrero de 1915 se levantó en Joaquín V. González 247 e hizo punta en esa barriada.
Fue fundamental para que poco a poco llegara los pasos de piedra, pavimentos, luz eléctrica, alcantarillas, veredas y todo lo que significara progreso.. Como dato anecdótico y muy pintoresco fue durante una visita histórica al país..
El presidente de Brasil, Manuel Ferráz de Campos Salles, llegó a Buenos Aires invitado por su colega argentino, general Julio A. Roca.
En uno de los banquetes que se sirvió para agasajarlo, uno de los platos fue condimentado con arvejas cosechadas en una quinta de Villa Galicia, ubicada por muchos años en Cerrito y Sarandí.
Otra historia curiosa y muy recordada del barrio fue el voraz incendio de la fábrica de jabón y grasa para exportación, que además tenía un enorme galpón para saladero de cueros.
Este hecho ocurrió en el verano de 1908 y las pérdidas de las instalaciones fueron totales, dejando sin trabajo a muchos obreros de Lomas. Sus dueños, Juan Lugano y Francisco Amero, lo cerraron definitivamente.
En fin, amigos, con estas pinceladas de la rica historia barrial, en este caso Villa Galicia, un lugar donde encontraron refugio en las primeras décadas del siglo pasado los inmigrantes españoles y también italianos.
Un barrio donde hoy viven, trabajan y estudian miles de lomenses, formando parte de esta realidad habitacional importante de la provincia. No se olviden, Lomas es el cuarto partido más poblado del Estado bonaerense.
El Tropezón, un almacén con mucha historia en Lomas
Las pulperías también tuvieron en el Distrito protagonismo y suceso. En la esquina de Paso y Tucumán hubo una memorable, de construcción sólida e imponente, demolida en 1960.
Por SERGIO LAPEGÜE
Las primeras pulperías que desaparecieron eran urbanas –había más de 300 en esta capital del Virreinato antes de los jubilosos días de Mayo de 1810–, pero unas pocas, afortunadamente, sobrevivieron lejos de la ciudad.
Lugar de encuentros, que cobijaron desde bravuras hasta romances –una canción inmortalizó a la pulpera de Santa Lucía–, consiguieron renombre a expensas de motivos diversos.
Como aquella que, décadas más tarde, enarboló una veleta con perfil de potro y terminó por darle nombre a un barrio porteño: Caballito.
O El Pasatiempo, en Venezuela y Quintino Bocayuva, que visitaban payadores y frecuentaron Gabino Ezeiza y José Betinotti.
Pero la ciudad se propuso otras metas, y las pulperías cayeron bajo la piqueta del progreso edilicio, mientras que las suburbanas y las del interior quedaron marginadas por el trazado de nuevos caminos, pavimentados y urgidos, por donde el turismo ahora pasa indiferente a semejante pasado.
En Lomas de Zamora, también, los almacenes y pulperías también tuvieron protagonismo y suceso. Allí, en ese mismo barrio, que podría ser también la geografía de otros, enclavado en la esquina de las calles Paso y Tucumán, grande para su época y de sólida construcción, se levantaba el almacén El Tropezón, que fuera demolido a fines de 1960, por esa piqueta aliada del progreso e insensible siempre a las tradiciones y al sentimiento de la gente.
Era un verdadero almacén de ramos generales. Tenía tres entradas: una por Tucumán, otra en la misma esquina y la tercera, que daba al despacho de bebidas, por Paso.
Su vereda de ladrillos estaba prácticamente rodeada de palenques y algunas argollas en el piso para que se ataran los caballos y vehículos de los clientes, que a veces se trasladaba desde muy lejos para hacer las compras.
Enfrente existía un amplio terreno que abarcaba desde Castelli y San Juan (hoy José María Penna) hasta Tucumán y en el medio había un ranchito, de piso de tierra, que había pertenecido a un hombre de apellido Gentile que se lo vendió a un tal Abálsamo, último dueño antes de que el predio fuera loteado.
La manzana encerrada entre las calles Tucumán, Paso, Larrea y La Rioja (hoy Almafuerte) perteneció a las familias Portela y Casalins, quienes en el año 1889 la vendieron al señor Rezzano.
Este a su vez la divivió en varios lotes: el de la esquina de Tucumán y Paso fue comprado por Bautista Migliarino, quien construyó el primitivo almacén, pero de chapas.
En 1905 fue transferido a José Regazzoni y en 1914 la compró Franjo y González hermanos. Máximo, Andrés y Camilo fueron quienes le dieron impulso y notoriedad al Tropezón.
Al lado del almacén había un gran galpón construido con las chapas y tirantes de las tribunas de un viejo hipódromo que estaba ubicado en los terrenos de Las Heras y Alvear, a continuación de la quinta Los Leones, hasta la avenida general Rodríguez, en Banfield.
Más allá de la fama de El Tropezón, hubo un hecho policial trágico, muy recordado en Lomas por muchos años. Un hombre joven apareció asesinado de cuatro tiros en una zanja de la calle Paso, frente al almacén.
La Policía nunca pudo esclarecer el hecho y a pesar del paso del tiempo muchos lo recuerdan con un dicho popular: “cuatro tiros y a la zanja”.
El anecdotario popular y barrial también dio por cierto la existencia del hombre perro y del hombre chancho, especie de lobizones que merodeaban la zona de El Tropezón por la noche y la madrugada.
También es recordada la anécdota que un personaje llamado el Pampa Galíndez, con vastos antecedentes de guapo y cuchillero, enlazó a uno de estas “bestias” hasta otro almacén cercano, El Sol de Mayo, ubicado en la esquina de San Martín y Francisco Portela.
Así se aclaró la fábula macabra del hombre perro o chancho: se trataba de un simple ladrón que se valía de semejante fama para aterrorizar a sus víctimas.
El nombre de El Tropezón tiene su explicación: “El Trompe” en la jerga popular se debió a que por sus veredas altas y mal iluminadas por los faroles a kerosene, provoca caídas y golpazos a quienes pasaban por el lugar.
Otros prefirieron restarle asidero a esto y sostener que ese nombre lo llevaban muchos otros negocios y hasta casas de comida como el tradicional El Tropezón de la avenida Callao, en la Ciudad de Buenos Aires.
Hay otra historia muy recordada en ese barrio de Lomas, ocurrida en 1918, en un amplio terreno ubicado en la calle Tucumán y Monteagudo.
Fue una tarde de invierno histórica, la de la fuerte nevada en Buenos Aires, sólo comparable a la que los lomenses disfrutamos hace poco, el 9 de julio de 2007.
Muchos vecinos escucharon el rugido fuerte y seco de un motor en problemas, el de un aeroplano, algo infrecuente en esa época.
El avión volaba bajo, tuvo problemas, y la pericia del piloto logró aterrizarlo sin mayores inconvenientes en la pista improvisada de pasto.
Por suerte no se topo con construcciones, ni vegetación espesa, sino el destino hubiera sido muy diferente. Durante muchos años se recordó a este episodio como “la caída del avión”.
El pequeño aparato quedó semienterrado en la nieve, bastante deteriorado por el golpe, pero con un final feliz para su piloto.
Por SERGIO LAPEGÜE
Las primeras pulperías que desaparecieron eran urbanas –había más de 300 en esta capital del Virreinato antes de los jubilosos días de Mayo de 1810–, pero unas pocas, afortunadamente, sobrevivieron lejos de la ciudad.
Lugar de encuentros, que cobijaron desde bravuras hasta romances –una canción inmortalizó a la pulpera de Santa Lucía–, consiguieron renombre a expensas de motivos diversos.
Como aquella que, décadas más tarde, enarboló una veleta con perfil de potro y terminó por darle nombre a un barrio porteño: Caballito.
O El Pasatiempo, en Venezuela y Quintino Bocayuva, que visitaban payadores y frecuentaron Gabino Ezeiza y José Betinotti.
Pero la ciudad se propuso otras metas, y las pulperías cayeron bajo la piqueta del progreso edilicio, mientras que las suburbanas y las del interior quedaron marginadas por el trazado de nuevos caminos, pavimentados y urgidos, por donde el turismo ahora pasa indiferente a semejante pasado.
En Lomas de Zamora, también, los almacenes y pulperías también tuvieron protagonismo y suceso. Allí, en ese mismo barrio, que podría ser también la geografía de otros, enclavado en la esquina de las calles Paso y Tucumán, grande para su época y de sólida construcción, se levantaba el almacén El Tropezón, que fuera demolido a fines de 1960, por esa piqueta aliada del progreso e insensible siempre a las tradiciones y al sentimiento de la gente.
Era un verdadero almacén de ramos generales. Tenía tres entradas: una por Tucumán, otra en la misma esquina y la tercera, que daba al despacho de bebidas, por Paso.
Su vereda de ladrillos estaba prácticamente rodeada de palenques y algunas argollas en el piso para que se ataran los caballos y vehículos de los clientes, que a veces se trasladaba desde muy lejos para hacer las compras.
Enfrente existía un amplio terreno que abarcaba desde Castelli y San Juan (hoy José María Penna) hasta Tucumán y en el medio había un ranchito, de piso de tierra, que había pertenecido a un hombre de apellido Gentile que se lo vendió a un tal Abálsamo, último dueño antes de que el predio fuera loteado.
La manzana encerrada entre las calles Tucumán, Paso, Larrea y La Rioja (hoy Almafuerte) perteneció a las familias Portela y Casalins, quienes en el año 1889 la vendieron al señor Rezzano.
Este a su vez la divivió en varios lotes: el de la esquina de Tucumán y Paso fue comprado por Bautista Migliarino, quien construyó el primitivo almacén, pero de chapas.
En 1905 fue transferido a José Regazzoni y en 1914 la compró Franjo y González hermanos. Máximo, Andrés y Camilo fueron quienes le dieron impulso y notoriedad al Tropezón.
Al lado del almacén había un gran galpón construido con las chapas y tirantes de las tribunas de un viejo hipódromo que estaba ubicado en los terrenos de Las Heras y Alvear, a continuación de la quinta Los Leones, hasta la avenida general Rodríguez, en Banfield.
Más allá de la fama de El Tropezón, hubo un hecho policial trágico, muy recordado en Lomas por muchos años. Un hombre joven apareció asesinado de cuatro tiros en una zanja de la calle Paso, frente al almacén.
La Policía nunca pudo esclarecer el hecho y a pesar del paso del tiempo muchos lo recuerdan con un dicho popular: “cuatro tiros y a la zanja”.
El anecdotario popular y barrial también dio por cierto la existencia del hombre perro y del hombre chancho, especie de lobizones que merodeaban la zona de El Tropezón por la noche y la madrugada.
También es recordada la anécdota que un personaje llamado el Pampa Galíndez, con vastos antecedentes de guapo y cuchillero, enlazó a uno de estas “bestias” hasta otro almacén cercano, El Sol de Mayo, ubicado en la esquina de San Martín y Francisco Portela.
Así se aclaró la fábula macabra del hombre perro o chancho: se trataba de un simple ladrón que se valía de semejante fama para aterrorizar a sus víctimas.
El nombre de El Tropezón tiene su explicación: “El Trompe” en la jerga popular se debió a que por sus veredas altas y mal iluminadas por los faroles a kerosene, provoca caídas y golpazos a quienes pasaban por el lugar.
Otros prefirieron restarle asidero a esto y sostener que ese nombre lo llevaban muchos otros negocios y hasta casas de comida como el tradicional El Tropezón de la avenida Callao, en la Ciudad de Buenos Aires.
Hay otra historia muy recordada en ese barrio de Lomas, ocurrida en 1918, en un amplio terreno ubicado en la calle Tucumán y Monteagudo.
Fue una tarde de invierno histórica, la de la fuerte nevada en Buenos Aires, sólo comparable a la que los lomenses disfrutamos hace poco, el 9 de julio de 2007.
Muchos vecinos escucharon el rugido fuerte y seco de un motor en problemas, el de un aeroplano, algo infrecuente en esa época.
El avión volaba bajo, tuvo problemas, y la pericia del piloto logró aterrizarlo sin mayores inconvenientes en la pista improvisada de pasto.
Por suerte no se topo con construcciones, ni vegetación espesa, sino el destino hubiera sido muy diferente. Durante muchos años se recordó a este episodio como “la caída del avión”.
El pequeño aparato quedó semienterrado en la nieve, bastante deteriorado por el golpe, pero con un final feliz para su piloto.
Domingo Cabred, el médico de los locos que le dio nombre a un barrio
Fue un notable vecino lomense que vivió en Temperley y que dedicó su vida a aliviar el sufrimiento de los que perdian la razón. Puso en movimiento la Sanidad Argentina.
Por Sergio Lapegüe
La salud mental es como pensamos, sentimos y actuamos cuando lidiamos con la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con otras personas y tomamos decisiones.
Al igual que la salud física, la salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la edad adulta. Mantenerse mentalmente sano no siempre es fácil, especialmente durante tiempos difíciles.
Seguramente esto y mucho más habrá pensado hace un siglo y medio, allá por el 1890, 1900, un notable vecino lomense, el doctor Domingo Cabred, el “médico de los locos”.
En Temperley hay un barrio en Pasco y Almirante Brown que se llama Villa Cabred. El pueblo recuerda que allí existió un hipódromo, que además de carreras de caballos se corrían también de motos y autos, y que esa propiedad pertenecía al doctor Cabred.
¿Quién fue Domingo Cabred? Había nacido en Paso de los Libres, Corrientes, en 1859, y desde estudiante quería aliviar el sufrimiento de los que habían perdido la razón.
Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió en 1881. Su tesis doctoral fue sobre la “locura refleja”.
Se destacó como psiquiatra, y logró por concurso el cargo de director del Hospicio de la Merced y posteriormente el de profesor titular de Psiquiatría en la Facultad de Medicina.
Fue presidente de la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales y perteneció a la Academia de Medicina. Cabred tenía una frente amplia, con cejas tupidas, ojos vivaces y pómulos salientes.
Se notaban sus bigotes caídos, que denotaban raigambre francesa. Clemenceau, en 1910, pocos años antes de asumir la Oresidencia del gobierno de Francia, hizo una visita a la Colonia de Open Door, que había fundado Cabred.
Dijo que habría que sumar una sección para cuerdos, para que pudiesen gozar de la vida que se le brindaba ahí a los locos. Esta colonia, cerca de Luján, había sido inaugurada en 1901.
Los locos, por primera vez en Latinoamérica, extraídos de celdas y mazmorras, habían sido reunidos en una comunidad organizada y vivían una utopía que “al decir de Cantón, sólo habrían podido entrever entre los celajes de sus delirios sistematizados”.
Cabred fue el precursor que puso en movimiento la Sanidad Argentina y comprendió que la atención médica de los enfermos crónicos en nuestro país debía ser encarada racionalmente, con espíritu humanístico y sentido nacional.
Con ese concepto se dedicó de lleno a los enfermos psiquiátricos, tuberculosos, alcohólicos, deficientes mentales, leprosos, entre otros.
Comprendió el significado social de sus iniciativas, dedicó su vida a la enseñanza médica educacional y a llevar a cabo esta tarea. El 26 de julio de 1926, por iniciativa del doctor Cabred, el Congreso de la Nación sancionó la ley 4953, creando la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Nacionales, que presidió él mismo hasta su muerte, en 1929.
Esta ley iba a solucionar un grave problema hospitalario del país que se producía por la insuficiencia de establecimientos y el hacinamiento que tenían que soportar los enfermos.
Aunque Cabred vivía en la calle Pueyrredón en Buenos Aires, cuando venía el verano se trasladaba con su familia a la quinta que tenía en Temperley y que había comprado en 1907.
Estaba casado con Lía González Cháves, quien fue su compañera de toda la vida y su gran colaboradora. Tuvieron 3 hijos: Domingo, Lía Salomé y Jacinto.
El doctor Esteves Balado, que fue varias veces presidente de la Academia Nacional de Medicina, dijo que el doctor Domingo Cabred junto con el doctor José Antonio Esteves y Borda, arrancaron a la psiquiatría, relegada lejos de otras especialidades.
Además, destacó que tanto Cabred como Esteves se preocuparon por mejorar la situación de los hospitales de alienados, que hasta entonces eran simples depósitos de enfermos.
En 1928, al asumir un nuevo gobierno nacional, un colega que Cabred había separado de sus funciones por cuestiones éticas y profesionales, asumió un importante cargo en Salud Pública.
Una de sus primeras medidas fue disolver la Comisión Asesora, que había sido el instrumento utilizado por Cabred para realizar por 23 años su labor sanitarista.
La Universidad bautizó con su nombre el Instituto de Psiquiatría que él mismo fundara y el Gobierno nacional impuso su nombre a la Colonia Nacional de Alienados, que era su obra primogénita y que se había convertido en el ejemplo de América.
En fin, amigos de “La Unión”, como en otros contactos semanales, hoy pudimos recorrer la historia de un gran profesional, un destacado médico que también supo dejar grandes recuerdos con su paso por nuestra comunidad.
Y como otros notorios vecinos, el municipio de Lomas lo honró con nombrar a una calle y un barrio de Temperley con su apellido.
Por Sergio Lapegüe
La salud mental es como pensamos, sentimos y actuamos cuando lidiamos con la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con otras personas y tomamos decisiones.
Al igual que la salud física, la salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la edad adulta. Mantenerse mentalmente sano no siempre es fácil, especialmente durante tiempos difíciles.
Seguramente esto y mucho más habrá pensado hace un siglo y medio, allá por el 1890, 1900, un notable vecino lomense, el doctor Domingo Cabred, el “médico de los locos”.
En Temperley hay un barrio en Pasco y Almirante Brown que se llama Villa Cabred. El pueblo recuerda que allí existió un hipódromo, que además de carreras de caballos se corrían también de motos y autos, y que esa propiedad pertenecía al doctor Cabred.
¿Quién fue Domingo Cabred? Había nacido en Paso de los Libres, Corrientes, en 1859, y desde estudiante quería aliviar el sufrimiento de los que habían perdido la razón.
Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió en 1881. Su tesis doctoral fue sobre la “locura refleja”.
Se destacó como psiquiatra, y logró por concurso el cargo de director del Hospicio de la Merced y posteriormente el de profesor titular de Psiquiatría en la Facultad de Medicina.
Fue presidente de la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales y perteneció a la Academia de Medicina. Cabred tenía una frente amplia, con cejas tupidas, ojos vivaces y pómulos salientes.
Se notaban sus bigotes caídos, que denotaban raigambre francesa. Clemenceau, en 1910, pocos años antes de asumir la Oresidencia del gobierno de Francia, hizo una visita a la Colonia de Open Door, que había fundado Cabred.
Dijo que habría que sumar una sección para cuerdos, para que pudiesen gozar de la vida que se le brindaba ahí a los locos. Esta colonia, cerca de Luján, había sido inaugurada en 1901.
Los locos, por primera vez en Latinoamérica, extraídos de celdas y mazmorras, habían sido reunidos en una comunidad organizada y vivían una utopía que “al decir de Cantón, sólo habrían podido entrever entre los celajes de sus delirios sistematizados”.
Cabred fue el precursor que puso en movimiento la Sanidad Argentina y comprendió que la atención médica de los enfermos crónicos en nuestro país debía ser encarada racionalmente, con espíritu humanístico y sentido nacional.
Con ese concepto se dedicó de lleno a los enfermos psiquiátricos, tuberculosos, alcohólicos, deficientes mentales, leprosos, entre otros.
Comprendió el significado social de sus iniciativas, dedicó su vida a la enseñanza médica educacional y a llevar a cabo esta tarea. El 26 de julio de 1926, por iniciativa del doctor Cabred, el Congreso de la Nación sancionó la ley 4953, creando la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Nacionales, que presidió él mismo hasta su muerte, en 1929.
Esta ley iba a solucionar un grave problema hospitalario del país que se producía por la insuficiencia de establecimientos y el hacinamiento que tenían que soportar los enfermos.
Aunque Cabred vivía en la calle Pueyrredón en Buenos Aires, cuando venía el verano se trasladaba con su familia a la quinta que tenía en Temperley y que había comprado en 1907.
Estaba casado con Lía González Cháves, quien fue su compañera de toda la vida y su gran colaboradora. Tuvieron 3 hijos: Domingo, Lía Salomé y Jacinto.
El doctor Esteves Balado, que fue varias veces presidente de la Academia Nacional de Medicina, dijo que el doctor Domingo Cabred junto con el doctor José Antonio Esteves y Borda, arrancaron a la psiquiatría, relegada lejos de otras especialidades.
Además, destacó que tanto Cabred como Esteves se preocuparon por mejorar la situación de los hospitales de alienados, que hasta entonces eran simples depósitos de enfermos.
En 1928, al asumir un nuevo gobierno nacional, un colega que Cabred había separado de sus funciones por cuestiones éticas y profesionales, asumió un importante cargo en Salud Pública.
Una de sus primeras medidas fue disolver la Comisión Asesora, que había sido el instrumento utilizado por Cabred para realizar por 23 años su labor sanitarista.
La Universidad bautizó con su nombre el Instituto de Psiquiatría que él mismo fundara y el Gobierno nacional impuso su nombre a la Colonia Nacional de Alienados, que era su obra primogénita y que se había convertido en el ejemplo de América.
En fin, amigos de “La Unión”, como en otros contactos semanales, hoy pudimos recorrer la historia de un gran profesional, un destacado médico que también supo dejar grandes recuerdos con su paso por nuestra comunidad.
Y como otros notorios vecinos, el municipio de Lomas lo honró con nombrar a una calle y un barrio de Temperley con su apellido.
Zona Sur y sus ídolos de antaño: Cortázar, Sandro, Biondi y Maradona
El gitano y el gran escritor en Banfield, el capo cómico en Escalada y El Diego en los potreros de Fiorito. Las grandes personalidades que surgieron desde este costado del conurbano.

Ya sea mediante una canción, un libro o una pelota de fútbol, el Municipio de Lomas de Zamora siempre estuvo muy bien representado.
Varias de las personalidades más importantes de la historia cultural de la argentina dieron sus primeros pasos en alguna de las calles del Distrito, para luego desarrollar con éxito sus respectivas carreras.
La música de Sandro, las actuaciones de Pepe Biondi y la genialidad futbolística de Maradona son algunos de los ejemplos más reconocidos.
A pesar de haberse despedido hace apenas trece meses, la imagen de Roberto Sánchez aún se mantiene intacta en cada rincón de Banfield.
Miles de mujeres, de todas las edades, se acercaron durante años hasta la mansión que el Gitano tenía en la calle Berutti y fueron más de 5 mil los vecinos que lo despidieron, entre lágrimas y homenajes, en enero de 2010.
La obra predilecta del primer intérprete latino en cantar en el Madison Square Garden, “Rosa, rosa”, vendió cerca de 2 millones de discos.
Nació en un hospital público de Parque Patricios pero se crió y disfrutó de sus años adolescentes en Valentín Alsina, el barrio de Lanús donde vivían sus padres.
La pasión musical fue innata, pero se potenció cuando la magia de Elvis Presley deslumbró su corazón artista. Años después de confi rmar su talento, el gitano llegó a Banfi eld, y se instaló en la conocida mansión, su último hogar.
La zona no tardó demasiado en deshacerse de orgullo hacia el primer cantante que actuó en el Luna Park. Sus temas siguen sonando y lo seguirán haciendo, no sólo en los corazones de los fanáticos sino en cada sector del país.
“Quiero llenarme de ti” se convirtió en el trabajo discográfico que permitió su despegue definitivo: rompió récord de ventas y se publicó en varios países de habla hispana y comunidades latinas de Estados Unidos.
Las películas, más de 10, aún tienen espacio en los canales de televisión que no dudan en repetirlas una y otra vez, provocando la nostalgia y la alegría del público.
Envuelto en un ángel especial, Sandro enamoró a cientos de fanáticas que prometieron total fidelidad y lo acompañaron hasta el último día de su vida.
Aquellas adolescentes de los años setenta continuaron desviviéndose por su ídolo cuarenta años después, convirtiéndose en un fenómeno paralelo al talento artístico de Sánchez.
Pero la agitada vida del cantante, contaminada por el tabaco, finalmente lo castigó. En 1998 se informó que Sandro padecía una enfermedad grave que lo obligó a alejarse, por un tiempo, de los escenarios: un enfisema pulmonar crónico.
Su estado de salud continuó desmejorando y en 2010 después se le practicó un doble trasplante de corazón y pulmones. La calma no llegó y debió ser intervenido nuevamente, por una perforación en uno de los pulmones transplantados.
El diagnóstico se refirió a una neumonía provocada por el germen hospitalario que tenía y la preocupación invadió los corazones de los seguidores, que se agrupaban en la clínica para brindar su apoyo de siempre.
Finalmente, el 4 de enero el cuerpo de Sandro dijo basta y su despedida se convirtió en un eterno adiós. Tres meses después del fallecimiento de Mercedes Sosa, el público tenía la última oportunidad de saludar al ído- lo, en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación.
Justo en la mitad de una de las décadas más fantásticas en la vida de Sandro, Argentina despedía a otro gran artista: Pepe Biondi.
Corría el año 1975 cuando la lucha del cómico contra una obstrucción arterial llegó a su fin, luego de varias operaciones en una de las piernas. Casi 66 años antes, Remedios de Escalada era el barrio que lo recibía luego de su nacimiento en Barracas.
Una jugada del destino ubicó al Circo Anselmi en las inmediaciones de su humilde vivienda. Biondi tenía siete años cuando fue descubierto por uno de los circenses que consiguió el permiso de la familia para enseñarle acrobacia.
No todo sería color de rosa, ya que el mismo profesor, en las giras que realizaba el circo, sería quien le propinase graves palizas al pequeño y escurridizo Biondi. Fueron varias las experiencias que protagonizó hasta que se cruzó con Bernardo Zalman Ber Dvorkin, un inmigrante ruso apodado Dick que sería su pareja artística durante 23 años.
El dúo supo desarrollar un show incomparable pero un accidente en una presentación en Chile provocó una serie de lesiones en la columna vertebral de Biondi, que lo obligó a renunciar a las acrobacias durante el resto de su vida.
A raíz de eso, el nuevo espectáculo varió y dio lugar a sonoras cachetadas y chistes. En 1952 debutaron en la televisión mexicana y un año después consiguieron su mayor éxito con “El show de Dick y Biondi”, en horario central.
Goar Mestre, luego del desembarco en el país que lo vio nacer, no dudó en contratarlo para Canal 13 y rodearlo de un gran elenco. Finalmente, en 1961 debutó con su programa “Viendo a Biondi”, alcanzando altos picos de audiencia y manteniéndose en el aire durante una década.
El reconocimiento del público sigue vigente y nadie duda en remarcar que se trató de uno de los cómicos argentinos más destacados de la historia.
En paralelo, si se habla de personajes importantes no puede obviarse el nombre del mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, Diego Armando Maradona.
Resulta difícil no conocer la biografía del deportista más famoso del país, que nació en Villa Fiorito y llevó al deporte predilecto de la Argentina a la cima del mundo en 1986, obteniendo el título en el Campeonato del Mundo de México.
Fue en ese mismo torneo donde marcó el denominado “mejor gol de todos los tiempos” en el clásico ante Inglaterra. Argentinos Juniors, Boca, Napoli, Barcelona y Newells son algunos de los clubes en los que dejó su huella.
La vida de Maradona se convirtió en una historia pública signada por el talento, la polémica y las adicciones.
Dueño de frases imborrables, luego de su retiro no desperdició el tiempo: escribió un libro, condujo un programa de televisión y dirigió a la Selección Argentina en el último mundial.
El talento, la alegría y el éxito en las carreras que cada uno desarrolló son los puntos en común que reúnen tres de los personajes más destacados del Distrito.
Banfield, Remedios de Escalada y Villa Fiorito se convirtieron en barrios impulsores de las tres grandes personalidades. Pero el cantante de Banfield, el cómico de Remedios de Escalada y el futbolista de Villa Fiorito no fueron los únicos personajes públicos que vivieron algunos años de su vida en alguno de los barrios del sur de la provincia de Buenos Aires.
Los actores Juan Carlos Calabró Esther Goris y Gloria Carrá; los músicos Piero, y Alberto Caracciolo; el periodista Sergio Lapegue; y el humorista Martín Bossi caminaron y caminan por las calles de la zona, al igual que cualquier vecino de Lomas de Zamora. El éxito es difícil de negar. Cada uno de ellos se encargó de emprender su camino, desde el Sur, hacia la cima.

Ya sea mediante una canción, un libro o una pelota de fútbol, el Municipio de Lomas de Zamora siempre estuvo muy bien representado.
Varias de las personalidades más importantes de la historia cultural de la argentina dieron sus primeros pasos en alguna de las calles del Distrito, para luego desarrollar con éxito sus respectivas carreras.
La música de Sandro, las actuaciones de Pepe Biondi y la genialidad futbolística de Maradona son algunos de los ejemplos más reconocidos.
A pesar de haberse despedido hace apenas trece meses, la imagen de Roberto Sánchez aún se mantiene intacta en cada rincón de Banfield.
Miles de mujeres, de todas las edades, se acercaron durante años hasta la mansión que el Gitano tenía en la calle Berutti y fueron más de 5 mil los vecinos que lo despidieron, entre lágrimas y homenajes, en enero de 2010.
La obra predilecta del primer intérprete latino en cantar en el Madison Square Garden, “Rosa, rosa”, vendió cerca de 2 millones de discos.
Nació en un hospital público de Parque Patricios pero se crió y disfrutó de sus años adolescentes en Valentín Alsina, el barrio de Lanús donde vivían sus padres.
La pasión musical fue innata, pero se potenció cuando la magia de Elvis Presley deslumbró su corazón artista. Años después de confi rmar su talento, el gitano llegó a Banfi eld, y se instaló en la conocida mansión, su último hogar.
La zona no tardó demasiado en deshacerse de orgullo hacia el primer cantante que actuó en el Luna Park. Sus temas siguen sonando y lo seguirán haciendo, no sólo en los corazones de los fanáticos sino en cada sector del país.
“Quiero llenarme de ti” se convirtió en el trabajo discográfico que permitió su despegue definitivo: rompió récord de ventas y se publicó en varios países de habla hispana y comunidades latinas de Estados Unidos.
Las películas, más de 10, aún tienen espacio en los canales de televisión que no dudan en repetirlas una y otra vez, provocando la nostalgia y la alegría del público.
Envuelto en un ángel especial, Sandro enamoró a cientos de fanáticas que prometieron total fidelidad y lo acompañaron hasta el último día de su vida.
Aquellas adolescentes de los años setenta continuaron desviviéndose por su ídolo cuarenta años después, convirtiéndose en un fenómeno paralelo al talento artístico de Sánchez.
Pero la agitada vida del cantante, contaminada por el tabaco, finalmente lo castigó. En 1998 se informó que Sandro padecía una enfermedad grave que lo obligó a alejarse, por un tiempo, de los escenarios: un enfisema pulmonar crónico.
Su estado de salud continuó desmejorando y en 2010 después se le practicó un doble trasplante de corazón y pulmones. La calma no llegó y debió ser intervenido nuevamente, por una perforación en uno de los pulmones transplantados.
El diagnóstico se refirió a una neumonía provocada por el germen hospitalario que tenía y la preocupación invadió los corazones de los seguidores, que se agrupaban en la clínica para brindar su apoyo de siempre.
Finalmente, el 4 de enero el cuerpo de Sandro dijo basta y su despedida se convirtió en un eterno adiós. Tres meses después del fallecimiento de Mercedes Sosa, el público tenía la última oportunidad de saludar al ído- lo, en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación.

Corría el año 1975 cuando la lucha del cómico contra una obstrucción arterial llegó a su fin, luego de varias operaciones en una de las piernas. Casi 66 años antes, Remedios de Escalada era el barrio que lo recibía luego de su nacimiento en Barracas.
Una jugada del destino ubicó al Circo Anselmi en las inmediaciones de su humilde vivienda. Biondi tenía siete años cuando fue descubierto por uno de los circenses que consiguió el permiso de la familia para enseñarle acrobacia.
No todo sería color de rosa, ya que el mismo profesor, en las giras que realizaba el circo, sería quien le propinase graves palizas al pequeño y escurridizo Biondi. Fueron varias las experiencias que protagonizó hasta que se cruzó con Bernardo Zalman Ber Dvorkin, un inmigrante ruso apodado Dick que sería su pareja artística durante 23 años.
El dúo supo desarrollar un show incomparable pero un accidente en una presentación en Chile provocó una serie de lesiones en la columna vertebral de Biondi, que lo obligó a renunciar a las acrobacias durante el resto de su vida.
A raíz de eso, el nuevo espectáculo varió y dio lugar a sonoras cachetadas y chistes. En 1952 debutaron en la televisión mexicana y un año después consiguieron su mayor éxito con “El show de Dick y Biondi”, en horario central.
Goar Mestre, luego del desembarco en el país que lo vio nacer, no dudó en contratarlo para Canal 13 y rodearlo de un gran elenco. Finalmente, en 1961 debutó con su programa “Viendo a Biondi”, alcanzando altos picos de audiencia y manteniéndose en el aire durante una década.
El reconocimiento del público sigue vigente y nadie duda en remarcar que se trató de uno de los cómicos argentinos más destacados de la historia.
En paralelo, si se habla de personajes importantes no puede obviarse el nombre del mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, Diego Armando Maradona.
Resulta difícil no conocer la biografía del deportista más famoso del país, que nació en Villa Fiorito y llevó al deporte predilecto de la Argentina a la cima del mundo en 1986, obteniendo el título en el Campeonato del Mundo de México.

La vida de Maradona se convirtió en una historia pública signada por el talento, la polémica y las adicciones.
Dueño de frases imborrables, luego de su retiro no desperdició el tiempo: escribió un libro, condujo un programa de televisión y dirigió a la Selección Argentina en el último mundial.
El talento, la alegría y el éxito en las carreras que cada uno desarrolló son los puntos en común que reúnen tres de los personajes más destacados del Distrito.
Banfield, Remedios de Escalada y Villa Fiorito se convirtieron en barrios impulsores de las tres grandes personalidades. Pero el cantante de Banfield, el cómico de Remedios de Escalada y el futbolista de Villa Fiorito no fueron los únicos personajes públicos que vivieron algunos años de su vida en alguno de los barrios del sur de la provincia de Buenos Aires.
Los actores Juan Carlos Calabró Esther Goris y Gloria Carrá; los músicos Piero, y Alberto Caracciolo; el periodista Sergio Lapegue; y el humorista Martín Bossi caminaron y caminan por las calles de la zona, al igual que cualquier vecino de Lomas de Zamora. El éxito es difícil de negar. Cada uno de ellos se encargó de emprender su camino, desde el Sur, hacia la cima.
Francisco Meeks, aquel pionero que nos dejó una gran avenida
El inmigrante norteamericano cedió un sector de su quinta para construir la calle que conectaría Lomas y Temperley. Además, financió de su bolsillo parte del adoquinado.

Por SERGIO LAPEGÜE
En varias oportunidades les conté algunos hechos que ayudaron a formar la historia de nuestra querida ciudad.
Muchos de ellos tenían que ver con anécdotas, lugares, instituciones y pioneros de Lomas de Zamora.
Hoy quiero retomar este apasionante sendero que nos lleva a descubrir o enterarnos de cómo comenzaron a gestarse algunos hitos de identidad. Es el caso de conocer, por ejemplo, por qué una calle o avenida de Lomas se llama así.
Obvio, más allá de los próceres que todos conocemos de estudiar la historia argentina. Aunque muchos de ustedes seguramente la transitan a diario, ya sea porque viven cerca, estudian o trabajan en su zona de influencia, hay una avenida céntrica que no es muy extensa, pero que recorre un trayecto vital en el pulso de nuestro barrio: la avenida Meeks.
Son pocas cuadras, sí, las que unen a las estaciones ferroviarias de Lomas y Temperley, pero que en esa distancia incluye una zona comercial importante.
También están ubicadas instituciones sociales y educativas, lugares de diversión y residencias de categoría. Ahora bien, ¿por qué esta avenida se llama Meeks? Así se la denominó en homenaje al ciudadano norteamericano Francis Joseph Meeks, de descendencia irlandesa y emparentado con George Rogers Clark, uno de los firmantes del acta de independencia estadounidense.
Francis Meeks llegó a la Argentina en 1840 y puso un estudio fotográfico junto a John Kelsey en Esmeralda 44, en la ciudad de Buenos Aires.
Entre sus mejores logros figura un daguerrotipo de José Hernández, autor del Martín Fierro, de cuerpo entero, cuando tenía 20 años. Meeks se casó y tuvo tres hijas: Clementina, Rosario y Lila; y un hijo, Francisco José, que posteriormente se casó con Josefina Casalins y vivió en Lomas en su quinta “Paradise Grove”.
Su esposa pertenecía a una de las familias destacadas de Chascomús, que a su vez tenían lazos familiares con otras de Lomas.
En esa época, Francisco Meeks era el dueño de la cabaña Santa María, para la cual en 1888 importó 22 vacas Hereford por valor de $ 1.000 cada una.
En enero de 1885 fue nombrado Tesorero de la Municipalidad de Lomas de Zamora y ese mismo año la comuna lo declaró inepto para el servicio militar como era costumbre entre la gente acomodada de la época.
Un mes más tarde renunció a su cargo, pero al año siguiente fue electo presidente de la Municipalidad. Debido a las dificultades que existían para comunicarse entre Lomas de Zamora y Temperley por las quintas de Meeks y del Arca, deciden ceder el sendero paralelo a las vías del tren a la Municipalidad.
El temperamento fuerte y personalista de Meeks, que intentó gobernar sin mayor injerencia del Concejo Municipal, produjo enfrentamientos que luego lo llevaron a renunciar.
Hasta ese momento, como la Municipalidad no había abierto la calle, Meeks propuso ceder 17 metros de ancho del sendero y financiar por su cuenta el adoquinado al frente de sus quintas, corriendo el resto a cargo de los vecinos y la Comuna.
Se cerró el acuerdo y la Municipalidad se comprometió a barrer y colocar 12 metros de plantas de acacia y darle preferencia a esta calle si en el futuro llegaba el servicio de tranvía.
Pero la condición más importante para Meeks era que la calle llevara su apellido. Así fue nomás. Esta fue la primera arteria vial adoquinada de Lomas y desde entonces, todos los sábados, fue el lugar de paseo obligado entre Lomas y Temperley durante muchos años.
Existe un dato curioso y jugoso para quienes leen este diario: el 12 de abril de 1897, “La Unión” publicó: “La avenida Meeks estuvo poco concurrida debido a la baja temperatura.
La banda de música no concurrió. Pocos carruajes. La estación en la noche estuvo bastante concurrida, aunque se notaban los claros dejados por las familias que se ausentaban a la capital y las que, por temor al frío, no concurrieron”.
Meeks fue un hombre inquieto y polémico. Pionero, emprendedor, pero también contradictorio y audaz. Se podrá considerarlo o no, pero debido a lo que hizo en Lomas es difícil ser indiferente.
Murió a los 87 años, en 1946, en la pobreza. Con el tiempo fue perdiendo su patrimonio y sus últimos años fueron muy duros.
Ante esta penosa situación, el diputado Lucino gestionó y logro aprobar un importante subsidio de $ 20 millones para que pudiera sobrellevar sus penurias económicas.
En fin, amigos de La Unión, espero que hayan disfrutado este recuerdo de uno de los hombres que marcaron nuestra historia barrial.

Por SERGIO LAPEGÜE
En varias oportunidades les conté algunos hechos que ayudaron a formar la historia de nuestra querida ciudad.
Muchos de ellos tenían que ver con anécdotas, lugares, instituciones y pioneros de Lomas de Zamora.
Hoy quiero retomar este apasionante sendero que nos lleva a descubrir o enterarnos de cómo comenzaron a gestarse algunos hitos de identidad. Es el caso de conocer, por ejemplo, por qué una calle o avenida de Lomas se llama así.
Obvio, más allá de los próceres que todos conocemos de estudiar la historia argentina. Aunque muchos de ustedes seguramente la transitan a diario, ya sea porque viven cerca, estudian o trabajan en su zona de influencia, hay una avenida céntrica que no es muy extensa, pero que recorre un trayecto vital en el pulso de nuestro barrio: la avenida Meeks.
Son pocas cuadras, sí, las que unen a las estaciones ferroviarias de Lomas y Temperley, pero que en esa distancia incluye una zona comercial importante.
También están ubicadas instituciones sociales y educativas, lugares de diversión y residencias de categoría. Ahora bien, ¿por qué esta avenida se llama Meeks? Así se la denominó en homenaje al ciudadano norteamericano Francis Joseph Meeks, de descendencia irlandesa y emparentado con George Rogers Clark, uno de los firmantes del acta de independencia estadounidense.
Francis Meeks llegó a la Argentina en 1840 y puso un estudio fotográfico junto a John Kelsey en Esmeralda 44, en la ciudad de Buenos Aires.
Entre sus mejores logros figura un daguerrotipo de José Hernández, autor del Martín Fierro, de cuerpo entero, cuando tenía 20 años. Meeks se casó y tuvo tres hijas: Clementina, Rosario y Lila; y un hijo, Francisco José, que posteriormente se casó con Josefina Casalins y vivió en Lomas en su quinta “Paradise Grove”.
Su esposa pertenecía a una de las familias destacadas de Chascomús, que a su vez tenían lazos familiares con otras de Lomas.
En esa época, Francisco Meeks era el dueño de la cabaña Santa María, para la cual en 1888 importó 22 vacas Hereford por valor de $ 1.000 cada una.
En enero de 1885 fue nombrado Tesorero de la Municipalidad de Lomas de Zamora y ese mismo año la comuna lo declaró inepto para el servicio militar como era costumbre entre la gente acomodada de la época.
Un mes más tarde renunció a su cargo, pero al año siguiente fue electo presidente de la Municipalidad. Debido a las dificultades que existían para comunicarse entre Lomas de Zamora y Temperley por las quintas de Meeks y del Arca, deciden ceder el sendero paralelo a las vías del tren a la Municipalidad.
El temperamento fuerte y personalista de Meeks, que intentó gobernar sin mayor injerencia del Concejo Municipal, produjo enfrentamientos que luego lo llevaron a renunciar.
Hasta ese momento, como la Municipalidad no había abierto la calle, Meeks propuso ceder 17 metros de ancho del sendero y financiar por su cuenta el adoquinado al frente de sus quintas, corriendo el resto a cargo de los vecinos y la Comuna.
Se cerró el acuerdo y la Municipalidad se comprometió a barrer y colocar 12 metros de plantas de acacia y darle preferencia a esta calle si en el futuro llegaba el servicio de tranvía.
Pero la condición más importante para Meeks era que la calle llevara su apellido. Así fue nomás. Esta fue la primera arteria vial adoquinada de Lomas y desde entonces, todos los sábados, fue el lugar de paseo obligado entre Lomas y Temperley durante muchos años.
Existe un dato curioso y jugoso para quienes leen este diario: el 12 de abril de 1897, “La Unión” publicó: “La avenida Meeks estuvo poco concurrida debido a la baja temperatura.
La banda de música no concurrió. Pocos carruajes. La estación en la noche estuvo bastante concurrida, aunque se notaban los claros dejados por las familias que se ausentaban a la capital y las que, por temor al frío, no concurrieron”.
Meeks fue un hombre inquieto y polémico. Pionero, emprendedor, pero también contradictorio y audaz. Se podrá considerarlo o no, pero debido a lo que hizo en Lomas es difícil ser indiferente.
Murió a los 87 años, en 1946, en la pobreza. Con el tiempo fue perdiendo su patrimonio y sus últimos años fueron muy duros.
Ante esta penosa situación, el diputado Lucino gestionó y logro aprobar un importante subsidio de $ 20 millones para que pudiera sobrellevar sus penurias económicas.
En fin, amigos de La Unión, espero que hayan disfrutado este recuerdo de uno de los hombres que marcaron nuestra historia barrial.
La importancia de las vacaciones de verano no es algo menor
El descanso de cada año sirve para prepararse para un nuevo ciclo. Son un medio excelente para superar la ansiedad y dejar atrás las tensiones estresantes.

Por Sergio Lapegüe
Bueno, queridos amigos de “La Unión”, nuevamente estamos por acá para retomar nuestro contacto semanal después de haber descansado durante el primer mes de este 2011 que promete ser muy intenso para los argentinos.
Realmente me vinieron muy bien las vacaciones, como quizá también la habrán disfrutado muchos de ustedes. Y los que no tuvieron la suerte o la posibilidad de tomarse unos días quizá estén en la dulce espera de ellas.
Las vacaciones son un medio excelente para superar la ansiedad y dejar atrás las tensiones estresantes. Para ello, el destino que se elija debe ser el adecuado.
Son muchas las personas que argumentan que consideran indispensable la soledad y el tranquilo aislamiento que pueden brindarles las vacaciones.
Hay otras que optan por destinos populares, concurridos, donde el ritmo agitado para el descanso es el polo opuesto. Así se puede terminar el viaje con más tensiones y más cansancio que cuando salieron de sus casas. Vacaciones, es sabido, se origina en el término latino “vacatio”.
Este vocablo significa a un tiempo vaciamiento y suspensión de las actividades normales y cotidianas. Por este motivo, el retiro debería ser una serena introspección, lejos de torbellino que nos rodea todo el resto del año, desgastándonos somática y físicamente.
El ideal sería tomar una vacación alejada de la rutina, de las preocupaciones y las responsabilidades diarias. Tal vez la mejor forma de disfrutar de las vacaciones sería tomarlas en breves períodos varias veces al año.
Sufriríamos menos trastornos y problemas si tomáramos el descanso en lapsos cortos y frecuentes. Vacaciones exprés y reiteradas dan una especie de cura o convalecencia natural.
Por ejemplo, los japoneses combinan una extremada tasa de enfermedades vinculadas al estrés con el más reducido registro mundial de vacaciones.
¿En qué consisten las vacaciones perfectas? No existe la fórmula mágica, aunque haya ido de vacaciones al mismo lugar año tras año.
Mantener la mente abierta, reconocer que las vacaciones son para todos e intentar alcanzar el consenso, puede marcar la diferencia entre unas vacaciones estupendas y unas mediocres.
Pavada de objetivo les planteo, ¿no es cierto? Recordando las vacaciones de mi infancia, más allá de los viajes que hacíamos con mi familia a la Costa bonaerense, Mar del Plata principalmente, cuando terminaba en diciembre las clases disfrutaba mucho la pileta y las colonias de los clubes de Lomas.
Alternativamente fue a la pileta del club Los Andes, luego al Country Club de Banfield y también, ya más de adolescente, a Lomas Social de la calle Las Heras.
Todos esos lugares fueron muy importantes en mi vida, donde tuve grandes amigos y pasé momentos inolvidables. Con los años uno pone en valor qué vital es en la formación de una persona el saber aprovechar el ocio y el descanso con una actividad social.
Claro que los clubes ofrecen durante todo el año la posibilidad de practicar deportes y disfrutar la recreación, pero si no es posible tomar vacaciones a algún destino turístico en verano, bien vale la opción de ir a la pileta de un club.Es muy importante que las vacaciones sean planificadas, al igual que se hace con los estudios.
Contamos los meses, semanas, días y horas que tendremos la oportunidad de utilizar, luego las distribuimos en base a las metas que queremos alcanzar, por ejemplo leer un libro, arreglar el cuarto, sembrar una planta, ayudar a nuestra familia, visitar a personas que no hemos tenido la oportunidad de saludar, etcétera. Al hacer el recuento del tiempo lo distribuimos para que nos sea suficiente y para lograr nuestras metas.
Es vital, también, pedir la colaboración de nuestra familia para que podamos cumplirlas y no dejarnos llevar por el ocio.
Es decir, que dedicamos solamente a dormir y ver la tele puede traernos consecuencias negativas a la hora de retomar el trabajo o el estudio.
Por otra parte, las vacaciones son muy apropiadas para el ejercicio físico y el contacto con la naturaleza. No se trata de hacer todo el ejercicio que no se ha practicado durante el año, pero sí una rutina que nos permita mantenernos activos y evitar el aburrimiento.
Otra cuestión esencial son las relaciones sociales. Es importante mantener y cuidar el contacto de los chicos con otros amigos y compañeros del colegio durante las vacaciones.
Pero también hay más tiempo para la familia y las vacaciones serán un buen momento para lograr relaciones con algunos miembros de la familia con los que normalmente no compartimos, como los abuelos, tíos y primos.
En fin amigos, en estas pocas líneas quise reflejar qué entiendo por vacaciones, cuál es mi ideal para contrarrestar mi “acelerada” vida laboral que, confieso, pocas veces logro concretar. Hasta el próximo domingo!

Por Sergio Lapegüe
Bueno, queridos amigos de “La Unión”, nuevamente estamos por acá para retomar nuestro contacto semanal después de haber descansado durante el primer mes de este 2011 que promete ser muy intenso para los argentinos.
Realmente me vinieron muy bien las vacaciones, como quizá también la habrán disfrutado muchos de ustedes. Y los que no tuvieron la suerte o la posibilidad de tomarse unos días quizá estén en la dulce espera de ellas.
Las vacaciones son un medio excelente para superar la ansiedad y dejar atrás las tensiones estresantes. Para ello, el destino que se elija debe ser el adecuado.
Son muchas las personas que argumentan que consideran indispensable la soledad y el tranquilo aislamiento que pueden brindarles las vacaciones.
Hay otras que optan por destinos populares, concurridos, donde el ritmo agitado para el descanso es el polo opuesto. Así se puede terminar el viaje con más tensiones y más cansancio que cuando salieron de sus casas. Vacaciones, es sabido, se origina en el término latino “vacatio”.
Este vocablo significa a un tiempo vaciamiento y suspensión de las actividades normales y cotidianas. Por este motivo, el retiro debería ser una serena introspección, lejos de torbellino que nos rodea todo el resto del año, desgastándonos somática y físicamente.
El ideal sería tomar una vacación alejada de la rutina, de las preocupaciones y las responsabilidades diarias. Tal vez la mejor forma de disfrutar de las vacaciones sería tomarlas en breves períodos varias veces al año.
Sufriríamos menos trastornos y problemas si tomáramos el descanso en lapsos cortos y frecuentes. Vacaciones exprés y reiteradas dan una especie de cura o convalecencia natural.
Por ejemplo, los japoneses combinan una extremada tasa de enfermedades vinculadas al estrés con el más reducido registro mundial de vacaciones.
¿En qué consisten las vacaciones perfectas? No existe la fórmula mágica, aunque haya ido de vacaciones al mismo lugar año tras año.
Mantener la mente abierta, reconocer que las vacaciones son para todos e intentar alcanzar el consenso, puede marcar la diferencia entre unas vacaciones estupendas y unas mediocres.
Pavada de objetivo les planteo, ¿no es cierto? Recordando las vacaciones de mi infancia, más allá de los viajes que hacíamos con mi familia a la Costa bonaerense, Mar del Plata principalmente, cuando terminaba en diciembre las clases disfrutaba mucho la pileta y las colonias de los clubes de Lomas.
Alternativamente fue a la pileta del club Los Andes, luego al Country Club de Banfield y también, ya más de adolescente, a Lomas Social de la calle Las Heras.
Todos esos lugares fueron muy importantes en mi vida, donde tuve grandes amigos y pasé momentos inolvidables. Con los años uno pone en valor qué vital es en la formación de una persona el saber aprovechar el ocio y el descanso con una actividad social.
Claro que los clubes ofrecen durante todo el año la posibilidad de practicar deportes y disfrutar la recreación, pero si no es posible tomar vacaciones a algún destino turístico en verano, bien vale la opción de ir a la pileta de un club.Es muy importante que las vacaciones sean planificadas, al igual que se hace con los estudios.
Contamos los meses, semanas, días y horas que tendremos la oportunidad de utilizar, luego las distribuimos en base a las metas que queremos alcanzar, por ejemplo leer un libro, arreglar el cuarto, sembrar una planta, ayudar a nuestra familia, visitar a personas que no hemos tenido la oportunidad de saludar, etcétera. Al hacer el recuento del tiempo lo distribuimos para que nos sea suficiente y para lograr nuestras metas.
Es vital, también, pedir la colaboración de nuestra familia para que podamos cumplirlas y no dejarnos llevar por el ocio.
Es decir, que dedicamos solamente a dormir y ver la tele puede traernos consecuencias negativas a la hora de retomar el trabajo o el estudio.
Por otra parte, las vacaciones son muy apropiadas para el ejercicio físico y el contacto con la naturaleza. No se trata de hacer todo el ejercicio que no se ha practicado durante el año, pero sí una rutina que nos permita mantenernos activos y evitar el aburrimiento.
Otra cuestión esencial son las relaciones sociales. Es importante mantener y cuidar el contacto de los chicos con otros amigos y compañeros del colegio durante las vacaciones.
Pero también hay más tiempo para la familia y las vacaciones serán un buen momento para lograr relaciones con algunos miembros de la familia con los que normalmente no compartimos, como los abuelos, tíos y primos.
En fin amigos, en estas pocas líneas quise reflejar qué entiendo por vacaciones, cuál es mi ideal para contrarrestar mi “acelerada” vida laboral que, confieso, pocas veces logro concretar. Hasta el próximo domingo!
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